mayo 2010

Crítica: Iron Man 2

Imagen de Iron Man y War Machine en la película Iron Man 2

La película es otra excelente adición al club de superhéroes representados en la gran pantalla, si no fuera porque existe una secuela que le roba la originalidad. Es en ese último aspecto en el que me dejo mucho que desear. La trama se enfoca de nuevo en construir personajes , que reduce el tiempo para desarrollar alguna amenaza que rebase las capacidades de Iron Man y nos vemos trasportados de escena en escena de mejoras a lo que vimos en la primera parte.

El principal problema que tengo es el complejo de inferioridad que adquiere Tony Stark ante su problema de salud. ¡Vamos! El hombre logró crear un corazón de repuesto y no puede salvarse de su defecto de fabricación. Por más que nos hagan hacer creer que el hombre se va a morir, es imposible que me crea tal hecho. Se vuelve más un pretexto por introducir al cómico Nick Fury (Samuel L. Jackson), -no recuerdo que haya sido tan carismático en los cómics- que cualquier intento por crear un enemigo a vencer. Si bien estos hechos originan la creación de War Machine y pequeños indicios del alcoholismo de Tony, el manejo en pantalla debieron ser breves.

Desde el inicio el director Jon Favreau se dedica a presentarnos uno de los villanos principales durante los créditos, no se si es porque sabe que es otro guión rutinario y quiere comenzar pronto a enfocarse con el protagonista. Es durante éste tiempo que la diversión recae exitosamente en las actuaciones del elenco y no en escenas de acción. Vamos de un lado a otro siguiendo a Tony Stark (Robert Downey, Jr.) siendo el mismo, enfrente de un mundo que acepta el gran papel pacificador que representa, sin olvidar a la burocracia y las inseguridades de un gobierno que se siente vulnerable ante el poder del Hombre de Acero. Al mismo tiempo nos divertimos con las interacciones de las bellas damas Gwyneth Paltrow (Virginia «Pepper» Potts) y Scarlett Johansson (Natasha Romanova) que cada una en su momento se dedican a ser más que objeto de deseo. Todos y cada uno de los personajes tienen un motivo de ser y es excepcional que sea así porque en cada escena se refleja en el esfuerzo de los actores, dándole vida al proyecto.

No es muy común que los villanos sean interesantes. Simplemente, son malos que quieren destruir al héroe y punto, no existe demasiado de que disfrutar. En esta ocasión es todo lo contrario, cada interacción de Ivan Vanko con el magnate competidor de las industrias Stark, Justin Hammer (Sam Rockwell), se vuelven una mezcla de comicidad e inteligencia, que se salen de lo común. Al principio el personaje de Sam Rockwell comienza a ser un fastidio, pero conforme pasan los minutos, comienza a robarse las escenas en que se encuentra. Mis respetos para el elenco, lograr interpretar sus personajes en equilibro con el protagónico y en ningún momento opacan el gran trabajo de Robert Downey Jr. como en su tiempo lo realizó Heath Leger con el Guazón.

En términos de acción, la película sufre sorprendentemente de escasez de momentos de adrenalina, pero cuando estos aparecen indiscutiblemente nos piden nuestra completa atención. Hasta el clímax repleto de acrobacias aéreas no se vuelve un fastidio, con todo y que sólo vemos luces en el cielo.

Al final la falta de una gran amenaza, es lo que hace convencional a la película. Sigue usando la fórmula de la primera parte y se engolosina con abrirle camino a los » Avengers» y hasta en la última escena después de los créditos nos dan una idea de que se acerca también «Thor». Es por eso que no salí del cine tan satisfecho como hubiera querido, fueron tímidos y se fueron a lo seguro. Que lástima.