septiembre 2010

Crítica: El Último Exorcismo

Lejos de esperar que el filme te provoque un absoluto terror, al menos te mantiene atento a los giros que da la trama, aún cuando se mantiene fiel a la estructura básica de las historias sobre exorcismos que tanto hemos visto. El truco para lograrlo fue el uso de la famosa cámara móvil nauseabunda que últimamente ha sido utilizada demasiado para crear el efecto de realismo que tanto se busca en el cine.

Cotton Marcus (Patrick Fabian) es un reverendo que con el fin de exponer el fraude de aquellos que se dedican a los exorcismos, decide que un director y camarógrafo filmen a todo detalle sus actividades religiosas de despojo de espíritus malignos. Elige una carta de súplica de tantas que recibe, en donde el padre de Nell (Ashley Bell) le pide ayuda para quitarle el demonio que lleva dentro. Es lógico suponer que nada es lo que parece, por lo que seguimos en la aventura al trío de incrédulos en sus intentos por desmitificar

El enfoque que se le da la historia a los relatos del reverendo es el culpable que logremos sumergirnos en la película. Su tono irónico y en momentos sinceros con los que nos relata los hechos el religioso es lo que le da vida a un personaje con el que podamos simpatizar. Luego tenemos el fanático padre de Nell sacado del diccionario bajo el término de estereotipo, que nada más se la pasa santificándose y actuando de manera irracional ante el mal que le acecha, pero muy útil al momento de provocar acción. Finalmente tenemos a la contorsionista de Nell haciéndola de chica araña, miradas penetrantes y voces con garraspera que se supone que deben de dar miedo, si no fuera que ya hemos sido expuestos a cosas peores.

El desarrollo de la historia se puede considerar lento ante la falta de acción, aún cuando las situaciones extremas tienden a escalar en su respetivo clímax, no se llega uno a desesperar porque la duración es de apenas ochenta minutos, entonces el sacrificio no se vuelve tan extenso.

El realismo con el que se supone se esta filmando el documental y en especial que los guionistas cuidaron mucho en no caer en situaciones fantasiosas que nos han perder la atención, es lo que hace que valga la pena asistir al cine sólo por el ambiente de suspenso que se mantiene hasta el último momento.

Crítica: Los Recolectores (Repo Men)

Al final los creadores de la película no creyeron suficiente en lo que nos estaban ofreciendo y decidieron rellenarlos con trucos innecesarios que devalúan el trabajo presentado en la pantalla.

En el futuro 2025, la corporación Unión es capaz de venderte órganos biomecánicos a crédito, sin las largas esperas para un donante. Muchas personas no tienen otra opción más que aceptar a 19% de interés tal oportunidad de poder seguir con vida. El inconveniente esta cuando el cliente no es capaz de pagar y la corporación envía a recolectores para obtener de vuelta su mercancía. Desde el punto que se vea, la premisa es muy interesante. Cualquiera pudiera pensar que es una crítica al sistema capitalista de salud norteamericano, que sólo es capaz de funcionar cuando el paciente cuenta con seguro o dinero.

Remy (Jude Law) y Jake (Forest Whitaker) sin compasión se la pasan trabajando en la recolecta de órganos. Escena tras escena se nos muestra lo más visualmente posible el método de extracción, con todo y sus borbotones de sangre marca capsu del Monte. No esperen que disminuya tal actividad, al contrario, conforme pasan los minutos el director Miguel Sapochnik decide aumentar su fascinación por lo «gore» hasta desensibilizarnos. Para nuestra fortuna existen las amenas actuaciones de los protagonistas que logran sacar a flote lo que en otros se hubiera visto ridículo, además de darle material a Jude Law para simpatizar con su personaje.

Lo interesante esta en el procedimiento burocrático que lleva la corporación para que funcione el negocio. Desde el uso de las hojas rosas de requisición, su método de escaneo de las piezas, hasta como tener una fuerza de ventas capaz de vender al más largo plazo para tener ganancias.

Para entretenernos se nos ofrecen las ya típicas escenas de persecución, con todo y música motivadora. El motivo es que al protagonista de Remy por cosas del destino (o karma) se vuelve en víctima del mismo sistema del que tanta satisfacciones le otorgaba.

Durante la mitad de la cinta se nos explican los fundamentos de un sistema de salud que ofrece esperanza a los que sin la ayuda de la tecnología ya estarían muertos, luego es como si no tuvieran más ideas y se degrada a una gran persecución y búsqueda de alguna solución por salir del sistema. Para hacer las cosas peor y según la astucia de los guionistas Eric Garcia y Garrett Lerner, nos traicionan con los últimos treinta minutos con un truco por demás usado. En vez de salir impactado , salí decepcionado por no haber tenido ellos el suficiente valor de contar una buena historia, era como una justificación para las peleas que Remy tiene en un pasillo lleno de empleados estúpidos que buscan su muerte, luego una escena de sexo en un escáner gigante marca Apple.

Después de todo al menos me entretuvo durante sus 120 minutos de duración.

Crítica: El Escritor Fantasma

Ewan McGregor protagonista de la película El Escritor Fanstasma

Aún con todas las noticias negativas sobre el director Roman Polanski, su capacidad para ser un gran artista no se encuentra entre tantas cosas que se dicen sobre él.

La película es una adaptación de la novela «The Ghost», escrita por Robert Harris y que hace honor al origen por la forma en que se desarrolla la trama. Esta tupidas de diálogos que nos adentran cada vez más al misterio, al igual que un libro. Así que no esperen balaceras o una que otra explosiva que le ocurra al protagonista, definitivamente que es el estilo del director lo envuelve a toda la producción y no cede ni en el clímax.

La responsabilidad de que sigamos sentados en el cine recae totalmente en los hombros de Ewan McGregor. Es su interpretación de un escritor contratado para escribir las memorias del ex primer ministro británico Adam Lang (Pierce Brosnan) lo que nos hace seguir cada una de sus aventuras por encontrar la verdad que guarda éste famoso personaje. Cualquier otra persona hubiera sido un fastidio por la cantidad de preguntas que realiza, una tras otra persona con la que se encuentra le hace un interrogatorio, parece a momentos que llega a la paranoia, pero lo disfrazan tan bien como si fuera parte de la personalidad que lo aceptas y a momentos disfrutas.

Si no fuera suficiente, tenemos la actuación de Olivia Williams como la esposa del ministro, con un toque entre despecho e inteligencia que involucra estar a lado de unos de los hombres más importantes del planeta.

El director logra crear una ambiente de misterio en los primeros minutos. Lo asombroso es que las pistas que el escritor sigue nos intrigan cada vez más por la delicada forma en que maneja las escenas: la música, la siempre presente lluvia y los colores grises con azul. Es lo que llena la pantalla, en lo que muchos otros se hubieran desesperado y llenado con acción.

El embrollo político en el que se envuelve la trama, es muy afín a la guerra contra el terrorismo y no oculta las coincidencias que existen entre Adam Lang y Tonny Blair. Todo lo anterior, eleva el guión a algo más que una cinta de conspiraciones secretas. El único inconveniente es que nos podemos perder en la trama por la cantidad de nombres extranjeros y la falta de familiaridad con la geopolítica.

Después de lo que muchos pueden considerar como un desarrollo lento en l trama, es el desenlace lo que hace que nuestra atención en la película haya valido la pena. Los últimos diez minuto son una maravilla entre asombro y belleza por la forma en que se desenvuelve las últimas escenas.

Es un auténtico thriller, lleno de suspenso y misterio; con una excelente dirección, además de actuaciones que superan al resto de las producciones del mismo género.

Crítica: La Isla Siniestra

Leonardo DiCaprio protagonista en La Isla Siniestra

Me he tardado algo (mejor dicho meses) en ver la obra más reciente de Martin Scorsese y su musa preferida de Leonardo Di Caprio. Se a vuelto como Almodobar lo es con Penélope Cruz. Aún así, con estos dos juntos esperas algo de calidad en la producción, y así fue.

Esta cinta es mejor verla dos veces por la cantidad de pistas que desde la primera escena se van espolvoreando, ya al final casi todo es evidente con la verdadera naturaleza de Teddy Daniels (Leonardo DiCaprio) pero el detalle para llevar a cabo el clímax no se aprecia del todo. Es precisamente en el desenlace donde la cinta se juega el todo por el todo y el espectador valora el tiempo que se llevó para llegar a la gran revelación.

La historia se desarrolla en 1954, cuando dos los agentes federales, Teddy Daniels (Leonardo DiCaprio) y Chuck Aule (Mark Ruffalo) llegan a la institución mental localizada en una isla remota, para investigar el caso de una paciente desaparecida.

Al principio todo parece indicar ser una simple investigación de rutina y nos creemos el cuento por la pasión con la que desarrolla el personaje DiCaprio. Todos aquellos quienes deseaban su caída después de Titanic, han de seguir esperando porque el joven demuestra con cada producción que esta dispuesto a seguir aprendiendo y en especial extendiendo su rango para interpretar personajes. Quizás nunca llegará a ser tan versátil como Johnny Depp y en mi opinión personal creo que le hace falta una interpretación más arriesgada, como que siempre sigue sobre la misma línea de personajes dramáticos angustiados, con rostros fruncidos o de espanto.

El maestro Martin Scorsese logra un excelente trabajo de ambientación. Se toma su tiempo con tomas aéreas y vistas espeluznares de los escenarios, que bien pareciera que estamos viendo una película de terror. Luego hasta se introduce en oscuros pasadizos dignos de ser catacumbas y hasta se da el lujo de darnos a conocer uno que otro desquiciado vagabundeando.

El problema esta en la estructura del guión que al final se desmorona en su propio peso. Crea durante tanto tiempo la expectativa de que algo esta definitivamente mal ( y lo está), que sólo el espectador puede juzgar si el baldazo de agua fría que nos avientan en los últimos minutos justifica tanto tiempo esperando. El director se toma sus libertades y en momentos es hasta cansino en la forma de relatar la trama, fácilmente se hubiera reducido al menos unos veinte minutos la duración.

Otra situación que puede que algunos les afecte, es que el gran secreto se ve venir como a los dos tercios de la película. Fue el pasado tormentoso de Teddy Daniels lo que para mi gusto me dejó satisfecho y hasta el la audacia del Dr. John Cawley (Ben Kingsley) de llevar a cabo tan elaborado plan.

Crítica: Amor a Distancia

Drew Barrymore y Justin Long en la película Amor a Distancia

La simple premisa de una joven pareja de enamorados que deciden continuar su relación a distancia, se extiende durante una hora y media con escena tras escena en donde no ocurre demasiado. Resulta que Erin (Drew Barrymore) se enamora con Garrett (Justin Long) durante sus prácticas profesionales en un diario de Nueva York, el conflicto comienza cuando decide ella regresarse a San Francisco pero sin ninguno capaz de comprometerse al 100% como para dejar sus respectivos empleos.

Son las actuaciones de sus protagonistas lo que logran mantener cierta expectativa de que algo ocurra o al menos uno de ellos se canse del asunto. Los actores Drew Barrymore y Justin Long logran vendernos muy bien la idea de que son una pareja, convenciéndonos de algunas escenas melosas entre los dos, sin llegar a lo cursi. Si se pudiera catalogar a la película, sería en una auténtica cinta romántica y no tanto cómica.

Destacable también es la sinceridad con la que se nos muestra la relación de pareja, con sus típicos y ya algo trillados momentos graciosos que lamentablemente no llegan a carcajadas. Aún cuando estos dependen de sexo y humor de inodoro tan común en las películas de Judd Apatow, como que no encajan en esta cinta, puede que algunos lo disfruten o al menos les ocasionen sonrisas.

Como para rellenar el tiempo decidieron rodear al dúo romántico con los típicos amigos que no arreglaran su vida, pero dan consejos muy sabios supuestamente para ayudar. Luego tenemos a la hermana de Erin, estelarizada por Christina Applegate, en un papel de hipocondríaca por haber visto un acto de amor encima del comedor.

Teniendo lo más importante que es encontrar a dos actores convincentes, el resto lo debieron de al menos haber llenado con momentos más interesantes o al menos resolver el conflicto tan sencillo como que uno de ellos se decidieran por mudarse a la sus respectivas ciudades. Pero tenemos aguantar puras excusas para que al final ni eso se pudiera solucionar del todo

Es por lo anterior, que sólo por las actuaciones de los protagonistas las que nos ayudan a tolerar la película, no hay muchas propuestas de un libreto que no ofrece sorpresas y hasta se protege supuestamente en el clímax de caer en lo trillado cuando en su propia desesperación el guionista tuvo que recurrir a chistes disque impactantes para rellenar la cinta.

Crítica: La Horda

Imagen de la película La Horda

No me pregunten que ando haciendo mirando una película francesa de zombies. De nuevo como ocurrió con «REC», la búsqueda de un curioso visitante me motivo a localizar dicho título sólo para conocer de que se trataba. Debo de admitir que valió la pena verla sólo por la furiosidad (¿ existe la palabra ?) de algunas escenas sacadas de un manicomio.

Todo empieza con un grupo de policías buscando venganza por la muerte de su compañero, en un barrio de mala muerte. Resulta que no les sale tan bien el asunto, pero su principal problema se revela al verse en el horizonte explosiones y una horda de zombies hambrientos por sus cuerpos.

Sin explicación alguna sobre el asunto que llevó a la mayoría de la población a convertirse en muertos vivientes, los realizadores Yannick Dahan y Benjamin Rocher no se andan con rodeos e inmediatamente vemos a la bola de delincuentes y policías ser perseguidos en el edificio una y otra vez. Salvo algunos cambios en la configuración del equipo al ser eliminados uno a uno como Big Brother, nada cambia en realidad, aquí el atractivo está en ver la originalidad con la que ocurren las muertes. Las batallas más destacables son la de Aurora (Claude Perron) con una pobre chica zombie y la mutiladera de manos de parte de Ouessem (Jean-Pierre Martin) ya casi llegando al desenlace.

En papel la premisa suena interesante, pero conforme pasan los minutos me daba cuenta que era más de lo mismo. De nuevo los personajes a pesar de ser únicos y con cierta diversidad, son los actores los que no fueron lo suficientemente carismáticos para hacernos importar su larga lucha por sobrevivir y es ahí donde cae el mayor error de la producción. Cuando se te ocurre hacer una película donde el género a sido explotado al menos debes de ofrecer algo nuevo, pero nada más veía sangre, sangre y más sangre.

Nunca llega a emocionar porque desde un principio ves el lógico desenlace y a diferencia de REC , al menos sus habitantes nos hicieron reír, aquí todo es drama por ir a vengar al novio, drama porque la mujer esta embarazada, drama porque le dispararon, con excepción del viejo que sádico que se encuentran y una que otra sonrisa provoca. Otro punto negativo es que nunca se llega a crear tensión, llegas a ver tantas armas que cuando se disque amenazan poniendo un revolver en la cabeza ya ni les crees.