diciembre 2011

4DX, novedosa distracción

Cinepolis 4DX

Hace un par de semanas, la cadena Cinepolis reacondicionó en el centro comercial Plaza Rio Tijuana una de sus 14 salas con la novedosa tecnología 4DX.

Curioso ante la novedad, decido superar el costo del boleto de $129 pesos mexicanos (10 dólares norteamericanos),  siendo comparable con la experiencia IMAX , aún ausente con estrenos comerciales por estos rumbos (el CECUT no cuenta) y que hasta existe una página abandonada en Facebook solicitando tal servicio.

Nada mejor que «Misión Imposible: Protocolo Fantasma» para poder disfrutar de los efectos de movimiento, agua, olor, viento, luz y niebla, en la comodidad de tú asiento. Desde antes de entrar a la sala, existen letreros que advierten a las mujeres embarazadas y personas con problemas cardíacos de abstenerse del servicio, aumentando más mi ansiedad por conocer de que se trata todo este asunto.

Una característica interesante, es que puedes reservar la ubicación del asiento y sobre todo que es respetado al ser uno de los empleados que te acompañe en la serie de filas numeradas como si se tratase de un teatro.

Esperando a que inicie la película, no puedo evitar de ver la serie de luces y ventiladores instalados en la orilla de la sala. Los asientos en las orillas y en la parte inferior, aún se ven nuevos y lo suficientemente cómodos para para poder soportar de nuevo las tres horas de Titanic. Todavía no comienza la película y las primeras risas de los novatos se escuchan alrededor de la sala al empezar a elevarse los asientos.

Comienza la película y las primeras sorpresas son una serie de soplidos en la orilla de la cabeza que me hacen sentirme afortunado de que no estaba recargado al respaldo. Luego comienzan los masajes en la espalda simulando golpes de una pelea (no quiero pensar lo que se ha de sentir con «The Warrior»), para terminar con los emocionantes créditos iniciales que simulan un mecha incendiándose y nosotros balanceándonos de un lado a otro siguiendo los movimientos de la cámara.

Después de IMAX, nunca había visto una pantalla de cine con tan excelente imagen. Parecía como si estuviera mirando una televisión en alta definición. De lo único que me arrepiento es de no haber calculado bien la ubicación de los asientos porque me hubiera gustado experimentar la pantalla más cerca.

Con el transcurso de la película, estaba siendo evidente que la novedad se desvanece a los 30 minutos y tanto movimiento me estaba distrayendo de la trama. Uno tranquilo leyendo los subtitulos, cuando de un momento a otro la butaca se balancea de un lado a otro. Me recuerda cuando un individuo quiere pasar a su asiento porque acaba de ir al baño o ido la dulcería para comprar aperitivos. Lo peor es que pagas para ser sacudido y al menos es  muy recomendable cuando vas con una persona que se duerme a media película.

Cualquiera que este leyendo hasta este punto, estaría pensando que otra vez estoy lanzando rayos de destrucción a lo que es una «novedosa distracción». El punto es que si una película es de calidad, todos estos trucos salen sobrando. No hay duda que la experiencia es divertida y es muy factible que regrese para experimentar el 3D, pero sería para algo como «Transformers», que me da igual si los actores hablan o explotan al mismo tiempo.

Crítica: Las Aventuras de Tintín

Las Aventuras de Tintin

Desde 1929, el intrépido joven reportero Tintín y su perro Snowy han fascinado a los lectores con sus viajes a los más remotos lugares reales y ficticios de nuestro planeta. Así que se imaginaran la transcendencia cultural que tiene la historieta creada por el artista belga Hergé, quien murió en 1983.

Cualquiera pudiera pensar que las aventuras de Tintín están en buenas manos con el director Steven Spielberg y el productor Peter Jackson a cargo del proyecto. En este universo donde la falta de ideas se a vuelto una constante en Hollywood y que cualquier legado de nuestra infancia puede ser mutado en algo irreconocible en las salas de cine. Pudo ser peor.

Lo que pasa es que había puesto muchas esperanzas en esta producción y no tanto por los dos grandes nombres que ya mencione, si no porque soy fanático de «Doctor Who» y Steven Moffat fue uno de los tres guionistas encargados en escribir el libreto. Su fama es tal, que el mismo Spielberg constantemente lo acosaba para que se uniera al equipo. También tenemos a  Joe Cornish, quien he leído maravillas de su trabajo en la película «Attack the Block», y que por cierto estoy a punto de ver.

Entonces no puedo decir que he sido rotundamente defraudado, pero si desilusionado de que la película no resulta como uno hubiera querido.

Después de la primera impresión visual en la que resulta la traducción del arte de la historieta a la animación por computadora, todavía no quedo completamente convencido de que haya sido la mejor elección. Es más como una excusa para evitar dibujar los ojos de canica de los personajes y llevar gente a ver la cinta por el 3D. Por supuesto que tiene sus ventajas al ofrecer novedades con los movimientos de cámaras, escenarios inigualables salidos de la imaginación, una buena cantidad de escenas de acción, pero lo más grave es que pierde la calidez que brinda la animación convencional. Es como si alguien hubiera embarrado las escenas con vaselina y con demasiados colores grises que hasta el Sol resulta ser opaco. Lo único positivo que vi fue el trabajo en complexión facial de Tintín, a quien lograron darle una gran variedad de expresiones que inclusive no dudan en mostrarnos con acercamientos de cámara.

Quizás estoy siendo muy exigente en lo visual cuando lo que importa es la historia, lo cual no defrauda al contener una gran cantidad de detalles relativos al misterio del unicornio y a veces hasta demasiados. El problema más grande que tengo  es en como diseñaron la trama para revelar la importancia en la misión de Tintín. Lo que pasa es que la gran cantidad de pistas que inevitablemete terminan en escenas de acción, no son tan interesantes al no tener ni la más minima idea de quienes son los personajes y sobre todo sus motivaciones. No es hasta que recuerda el Capitán Haddock su legado familiar, cuando por fin la película es emocionante. Mientras sólo son un par de humanos que imitan a su mascota persiguiendo objetos alrededor del mundo.

Sinceramente no pensé que me fuera ha sentir tan desinteresado en lo que sucedía en la pantalla.

Se ve el esfuerzo por hacer que funcione, pero nunca existe esa química necesaria que hace que todos los elementos logren algo sorprendente. Es como si cada quien presumiera sus habilidades, olvidándose que es un trabajo en equipo. Por un lado tenemos a Spielberg canalizando a un Indiana Jones sin personalidad con escenas de acción ingeniosas, pero aburridas (excepto la secuencia en Bagghar y la lucha con grúas gigantes), luego Peter Jackson con sus innovaciones visuales que parece que no conoce colores primarios; por último, el trío de guionistas luciéndose con algunas frases para olvidarse de como organizar una trama con demasiados detalles y referencias dignos de una enciclopedia.

Algunos de ustedes pensarán por lo que acabo de escribir que detesto la película, lo cual no es cierto.

Tiene sus encantos personificados por la pareja de Hernández y Fernández, quienes logran algunas risas por su inocente forma de actuar. Luego está el carismático Snowy quien debe de ser un robot, a no existir ningún perro con tales habilidades intelectuales. Hasta la cantante de ópera Bianca Castafiore me resultó de lo más peculiar, con su forma de actuar y su sorprendente voz.

Las aventuras de Tintín, portentosa animación, irregular aventura

Las Aventuras de Tintin

Cuando se menciona el nombre de Spielberg, ya sea cómo productor, director o algo, lo que sea, esta consabido que cierto producto, casi siempre cinematográfico, tiene su marca personal, o su toque, por así decirlo. Desafortunadamente para Spielberg, en años recientes, pareciera que su imagen, o nombre, se ha degradado a tal punto de producir películas basura, en general. Supongo que le sobra dinero para apoyar a cualquier proyecto que le llega a su puerta. Creo que ustedes pensaran, al igual que un servidor, que la mejor faceta de un genio cómo Spielberg, es detrás de una cámara, ejerciendo el mando de director, pues es en ese rol cómo mejor de desenvuelve, o desenvolvía.

El 2011 supone el regreso de Spielberg al cine cómo director, luego del fracaso que supuso la cuarta aventura del arqueólogo más famoso del mundo, me refiero a `Indiana Jones y el Reino de la calavera de Cristal’, allá por el año de 2008. Éste año, el que nos ocupa, Spielberg hace dos adaptaciones, una de ellas de historietas, y la otra de una novela. La primera de ellas, que es la que nos atañe, es nada menos que el personaje creado por el belga Hergé, allá a finales de la década de los años veinte, me refiero a Tintín, una suerte de periodista aventurero, parecido a Indiana Jones. Cabe mencionar que las aventuras de éste peculiar personaje gozaron de un enorme éxito en Europa, donde con regularidad se publicaban las historietas, sin embargo, en America, siendo más específicos, en México, el conocimiento de dicho personaje es casi nula.

Con éste problema y otros más, Spielberg tenía la misión de cautivar y atraer a públicos que desconocían en su mayoría las aventuras de Tintín, aunque claro, su nombre y apellido, tienen tal poder en Hollywood, que ese no era tanto un problema de distribución, sino de identificación. Algo que habiendo visto lo que vi, puede dejar sentimientos encontrados, ya que por un lado puede gustar en demasía, con ese aire ochenteno de aventuras, o puede aburrir de sobremanera, al ser una cinta altamente adulta, dejando muy de lado lo infantil, al menos en la historia. Sin embargo me encontré sorprendido al observar que los pocos niños que había en la función, unos atrás de mí, se la pasaron bomba y se divirtieron de lo grande. La única explicación para esto es la portentosa animación, la cual Spielberg no tuvo ningún reparo en perfeccionar al lado de su productor, Peter Jackson, otro ídolo de la obra de Hergé. Y es que la animación es tan increíblemente hermosa, que por si sola merece la pena verla en cines, es sorprendente lo que la tecnología ha avanzado, lo reconozco. Pero para mala fortuna de Spielberg, la animación no lo es todo.

`Las aventuras de Tintín’, llamada en un principio “El secreto del Unicornio”, esta basada mayormente en tres volúmenes escritos por Hergé, siendo el del Unicornio el primero, y “El cangrejo de las pinzas de Oro” y “El tesoro de Rackham el Rojo” su complemento. La historia en si es más sencilla de lo que parece a simple vista y de la complejidad artificial que Spielberg trata de trasmitir al espectador. Toda la “gran” aventura a la cual nos adentraremos se trata básicamente en el misterio que esconde un barco, el llamado Unicornio, el cual fue hundido en combate en un ataque pirata, pero que dejó un gran tesoro por revelar. Con esta premisa tanto Spielberg cómo Jackson, quien ya ha dicho que dirigirá la segunda parte, pretenden enganchar al público. Y la idea no es mala, lo reconozco, pero es desarrollada por mal camino.

Spielberg cae en el error, casi cómo primerizo, de dar por sentado que conocemos al aventurero belga, su lenguaje y sus aventuras, cuando la realidad es que no conocemos en su mayoría casi nada, con lo cual no se crean lazos ni conexiones de simpatía ni con los personajes ni con la historia misma, la cual, la historia digo, peca enormemente de fragmentos de relleno y que no aportan nada a la historia, cómo el hombre que roba carteras. A excepción de Tintín, el resto de personajes que lo acompañan resultan vacíos y sin carisma alguno, resultando irrelevantes, quizás se salven un poco el pequeño perrito y fiel compañero del protagonista, y el capitán Haddock, pero no lo suficiente para cautivar. Una lastima, pues éste tipo de relatos es rico por la cantidad de personajes que tiene.

En lo que respecta al apartado técnico, no tengo queja alguna, se nota que se esmeraron mucho, desde una música interesante por parte de John Williams, hasta encuadres y secuencias imposibles de filmar en la vida real, motivo que seguramente divirtió mucho a Spielberg, cómo el plano-secuencia en Marruecos o la destrucción del aeroplano, secuencias tan bien filmadas y logradas que pareciera imposible que pertenezcan a éste filme, mismo que no esta a la altura ni de las expectativas ni mucho menos del enorme talento de Spielberg. ¿Merece la pena? Quizás a los niños les gustara, al fin y al cabo solo “ven”, no escuchan ni tratan de descifrar una trama confusa. Si por el contrario no eres para nada un niño, y buscas divertirte, hay otras opciones en cartelera, cómo `Misión Imposible: Protocolo Fantasma’. Esperemos que Spielberg aprenda de éste pequeño tropiezo y nos vuelva a maravillar solo cómo el sabe con la venidera `Caballo de guerra’.

Crítica Misión Imposible: Protocolo Fantasma

Tom Cruise en Misión Imposible Protocolo Fantasma

Esta saga ha comprobado que no existen películas malas, si no pésimos directores.

Mucha negatividad alrededor de esta secuela hacían suponer lo peor. Desde el regreso del ya veterano actor Tom Cruise, hasta la realidad de que esta sería la cuarta versión y el cuarto director que intentaría convencer a las masas que vale la pena seguir mirando las aventuras de Ethan Hunt. Para ser sinceros, está saga estuviera muerta si no fuera por J.J. Abrams, que aún no siendo la tercera parte una perfección, logró mantener nuestra atención con un interesante villano y la intensidad de una inminente desgracia.

Ahora es el turno de Brad Bird, quien todo mundo conoce por sus cintas animadas y que en lo personal no tengo palabras para agradecerle este emocionante y divertido regalo de Navidad.

La trama funciona como tres películas en una, con su respectiva escena de acción, clímax y escenario en particular. Se vuelve como una maquina bien sincronizada que recicla los elementos básicos para crear cada media hora algo nuevo y de apariencia diferente. La novedad radica en la calidad que le imprime el director a cada momento, se le olvida que esta a cargo de una saga menospreciada y brinda elementos impensables para una producción de entretenimiento palomero.

El hecho de haber grabado 30 minutos en IMAX, no sólo es un lujo, es una belleza que debe de ser experimentada en una gran pantalla de calidad. Cada escenario es presentado con una elegancia digna de una postal, con vistas y movimientos de cámara que te envuelven en el ambiente de los personajes.

En esta ocasión, por fin se puede presenciar un auténtico trabajo en equipo que se supone es la estampa de lo que fue la serie de televisión y no continuar siendo un remedo de Jason Bourne con Tom Cruise a la cabeza. Cada uno de los tres actores que lo acompañan en la misión logran quitarle el peso de los hombros, tenemos a la bella y letal Jane Carter (Paula Patton), el regreso del extremadamente cómico Benji Dunn (Simon Pegg), y  William Brandt (Jeremy Renner), quien sin duda se volverá en el futuro suplente de Cruise cuando este tire la toalla. Unidos logran por fin la química necesaria que hacia falta para emocionarnos durante las misiones.

La sorpresa fue lo divertido que es filme sin menospreciar el legado que representa, se mofa hasta de los momentos icónicos esperados con gracia y buen gusto. Claro que también el éxito en este departamento se lo debemos en gran medida al regreso del actor Simon Pegg, quien interpreta un personaje demasiado feliz por estar en constantes situaciones de peligro, es gracias a él quien nos hace estar atentos a lo que vaya a suceder.

Lo mejor de todo este asunto son esas secuencias de acción en cada uno de los escenarios que llegan a sorprender aún aquellos con tantas películas a cuestas. La joya principal es la escena en el edificio más alto del mundo «Burj Khalifa», no sólo es un ejemplo de excelente dirección, si no de la capacidad para aún crear momentos en donde te quedes sin aliento. Merecido reconocimiento a Tom Cruise por ser él en verdad, sin la ayuda de un doble quien está exponiendo su pellejo.

Es una tristeza, pero no todo es perfecto.

El gran plan tan común del villano Kurt Hendricks (Michael Nyqvist) que involucra misiles nucleares, parece ser un plagio a la inteligencia artificial de Skynet y a una de las tantas películas de James Bond. Además de ser tan patético su objetivo de aniquilar la raza humana, sólo porque cree que somos como la maleza después de un incendio. Prefiero mejor otra versión de Owen Davian (Philip Seymour Hoffman), quien fue un gran acierto en Misión: Imposible III.

Luego tenemos el supuesto Protocolo Fantasma que tanto se nos vende en la publicidad y que sólo resultó servir para el título. El supuesto peligro de estar sin la protección del gobierno, siendo perseguidos y sin recursos para limpiar su nombre, se soluciona de inmediato con la ayuda del jefe, y el gran peligro viene de un inepto funcionario de inteligencia rusa que pretende ser más cómico de lo que es. Si deberás fueran los enemigos públicos número uno de todo un país, por lo menos deberían de mandar todo un ejercito para detenerlos.

Pero todo lo anterior son detalles menores que espero sean solucionados en la ya confirmada quinta parte.

Sin lugar a dudas, vale mucho la pena.

Crítica: Jack y Jill

Adam Sandler como Jack y Jill

Ha sido la mejor película que he visto en mi vida. ¡Es broma! !Es broma!

De alguna borrachera debió de haber salido la idea de ver Adam Sandler como la mujer más despreciable del mundo y en su locura pensar que podía ser la mejor comedia imaginable. Sólo recuerdo Robin Williams (Mrs. Doubtfire) y Dustin Hoffman (Tootsie) como dos de los actores que han logrado llevarse la aprobación de la audiencia, y no tanto porque su interpretación haya sido una copia fiel de sus personalidades en versión femenina, pero fue el respeto y cariño con el que nos hicieron reír lo que nos hizo olvidar cualquier ofensa. Aquí no sólo Sandler ni se toma el tiempo de realizar una adecuada caracterización, inclusive hasta se da el gusto de exagerar más de lo apropiado, cayendo en un hoyo negro de clichés, ofendiendo su herencia judía y hasta «chispoteando» a los mexicanos.

Lo inexplicable es como Al Pacino logro embarrarse de esta pedazo de arte, entiendo la necesidad de Eugenio Derbez  por expander su imagen en el espectro hollywoodense, pero Pacino puede obtener cualquier protagónico con tronar sus dedos, no encuentro otra explicación más que los efectos de andropausia o definitivamente fue para divertirse. Lo irónico, es que a pesar del patético material con el que tiene que trabajar, su actuación sobresale por el empeño que le imprime a su súper egoica personalidad. Era como si estuviera de vacaciones, sin nadie que le este diciendo como hacer su trabajo, como alma libre caprichosa de hacerlo a su manera y sin importar que este haciendo el ridículo.

La trama se enfoca en Jack Sadelstein (Adam Sandler), un director de comerciales de televisión cuya compañía está a punto de la quiebra. Su mayor cliente «Dunkin Donuts» (deliciosas por cierto) , insiste en que Al Pacino realice una nueva serie de anuncios publicitarios porque una de sus bebidas de café rima con el apellido del actor. Por supuesto, Jack sabe que no hay forma en que podrá contar con el ganador del Oscar y se la pasa la mayoría del tiempo tratando de convencer a su eminencia para denigrar su imagen. Es aquí donde llega Jill y su afrodisíaco aroma, porque no encuentro explicación para que Al Pacino se enamore y tampoco creo que tenga síndrome de «Doña Florinda», lo cual explicaría tantas cosas.

Es tan grave la situación, que hasta Katie Holmes sobresale con su actuación de esposa comprensiva , amable y despistada, hasta merece un Oscar por no tratar de huir en cada escena con Sandler. No se cuales hayan sido sus motivos, sinceramente es inexplicable la aparición de tantos voluntarios que prestan su imagen para quedar bien o simplemente la paga ha de ser extremadamente seductora.

Si al menos me hubiera reído tan siquiera una sola vez, habría valido la pena. No soy extraño al mal gusto que prevalece en la comedias, en varias ocasiones es tan grotesco que no sabes si llorar o lanzar una carcajada y es entendible a lo que vas cuando tienes a Sandler como protagonista, pero esto es una triste excusa para sacar dinero de quienes aún tienen fe en el actor.

Crítica: Robo en las Alturas

Todavía tengo cierto rencor al director Brett Ratner por X-Men: 3. Es la más insípida secuela que haya visto, llena de momentos perdidos y caracterizaciones irreverentes. Si esto hablando en especial del «Fénix» (Jean Gray), pero eso hay que reservarlo para otra ocasión.

Pero ahora lo que nos ocupa es «Robo en las Alturas»,  en lo que se supone que es una película con ciertas aspiraciones versión económica  tipo «Ocean’s Eleven» marca patito que compras porque no tienes el dinero suficiente para algo mejor.

Aún cuando la trama no tiene mucho de original, resulta tener una fortuita relevancia en estos tiempos donde las protestas hacia «Wall Street» son motivo de censuras en los noticieros norteamericanos. El hecho de que el villano sea especialista en el manejo de fondos de inversión y haya desaparecido el dinero de los empleados de la «Torre», un elegante edificio que hasta tiene sirvientes para pasear a las mascotas, recuerda a la buena cantidad de personas que fueron victimas de la crisis en 2008.

El mayor atractivo de la película resulta ser el elenco involucrado. Con Ben Stiller a la cabeza, en un personaje demasiado rígido para lo que nos tiene acostumbrados, es como si estuviera canalizando algún maestro de Hogwarts. Pero lo más llamativo es la participación de Eddie Murphy, quien no le ha ido tan bien recientemente y que con está película da esperanzas de que tiene aún futuro como actor cuando obtiene canalizar su paz interior y logra cierto control en sus interpretaciones. No puedo creer lo que estoy escribiendo, pero es gracias a él que el filme logra darle un ligero empujón de la mediocridad que la invade.

Al principio la película no llega a interesar tanto como lo promete en su publicidad, se toma su tiempo en presentarnos los personajes y en especial el majestuoso escenario de lo que es la vida en un edificio de lujo. Eso no es del todo negativo, si no fuera que es tan aburrido y hasta me estaba haciendo dudar en donde estaba contenida la comedia en lo que se estaba volviendo una gris serie criminal. No es hasta que aparece el típico africano-americano recién salido de la cárcel que fin logra inyectar algo de energía a un elenco que con sus individualidades no lograban sostener la película, porque parecían más caricaturas con frases o dichos de segundos que se las llevaba el viento.

El plan es de los más básico posible: entrar al departamento, encontrar la caja fuerte y robar el dinero que tiene escondido Arthur Shaw (Alan Alda). Para nuestra fortuna. todo se complica con cambios de último momento y es cuando se presentan algunas muy necesitadas sorpresas y risas necesarias para pasar un momento agradable de entretenimiento.

Por supuesto que existen incoherencias que son necesarias para que la cinta funcione, en especial el caso de la agente del FBI  Claire Denham (Téa Leoni) quien debe de ser lo demasiado estúpida para ir a una cita de la corte con una sola llamada de quien sabe quién y presentarse en las oficinas para darse cuenta que nadie está laborando. Pero eso sí, es demasiado astuta para atrapar al gran evasor de la justicia que estaba fingiendo un secuestro. Luego tenemos la incredulidad de mover una gran cantidad de peso sobre dos cables, trasladarlo en un elevador y esconderlo en el techo. Y al final nunca sabemos el destino de Slide (Eddie Murphy), ha de ser la escena que le pidieron hacer al actor pero que el quería cobrar la módica suma de $500, 000 dólares.

Al final la película logra salvarse por un pelo. Sin duda tiene sus problemas y grandes dudas de que este basado en la realidad en la que vivimos, pero considerando las malas referencias del director , esto pudo haber sido peor.