Existe un grave error en el título que se le ha impuesto en México a la producción de Alejandro Amenábar. Nada tiene que ver los romanos en esta cinta, lo único que van a ocasionar al agregarle «La Caída del Imperio Romano» es desilusión de quienes piensen ver batallas con centuriones. Que lamentable que se tenga que recurrir a tal engaño para que asista público en mí país, cuando en España a sido por de más bien recibida y hasta con récords de recaudación en taquilla.
De lo que de verdad trata la película, es de mostrarnos las dificultades de la matemática, filósofa y astrónoma Hipatia de Alejandría ; en una época llena de cambios por el aumento de la religión cristiana. ¡Nada que ver con los romanos! Es la interpretación de Rachel Weisz lo que nos mantiene atentos a la principal fascinación del personaje por resolver la naturaleza de las órbitas de los planetas. La mayoría de la cinta se nos hace ver la pasión que tienen el personaje por el aprendizaje y enseñanza, escena tras escena de diálogos dedicados a ver una visión del mundo tan distinta a la de hoy.
La polémica se desata con la interpretación de los recién convertidos cristianos en una bola de fanáticos violentos, comparables a los fundamentalistas islámicos. Bajo amenaza de tener una rebelión, se nos muestra como muchos gobernantes cambian sus creencias por las que conocemos, otros no tuvieron tanta suerte y terminaron muertos por herejes.
El director y guionista Alejandro Amenábar (co-escrito con Mateo Gil), hace un muy buen trabajo en enfocar su atención en Hipitia como una persona de sabiduría. Lejos de mostrarnos escenas eróticas con los múltiples pretendientes, se elige darnos a conocer la pasión reflejada en el conocimiento. Con elección de Rachel Weisz le ha dado vida a un guión que a otros fácilmente se les hubiera escapado de las manos con sexo y violencia. Así que no esperen desgarradoras escenas telenovelescas, aún cuando la sinopsis del cine también les hagan creer que es una historia de amor.
Aún con las escenas intensas de los cristianos destruyendo todo lo que se les ponga encima en contra de Dios, le llega a faltar emoción y puede que se empieza a sentir la duración de poco más de dos horas. Definitivamente no es un producto más hollywoodense, aquí existen ideas muy reales a nuestra época y se toma su tiempo en hacerlo, pero una mejor edición y recorte de escenas hubieran mejorado la experiencia.