Crítica: Biutiful

Javier Bardem protagonista en Biutiful

Entre susurros es como Alejandro González Iñárritu decide comenzar la historia de un hombre que esta a punto de enfrentarse a su inevitable muerte. La siguiente escena nos lleva a una conversación en medio de un bosque precioso, lleno de nieve y del cual es hasta el desenlace cuando conocemos su importancia en un guión tan necesitado de inventar un final feliz, aún cuando no lo existe.

Es con el irrefutable talento de Javier Bardem que somos capaces de soportar una obra que presenta el drama de un personaje difícil de simpatizar. A momentos llegue a pensar que se merecía tantas desgracias, si no fuera por sus dos pequeños hijos, la angustia que rodea a Uxbal esta presente en cada rincón que la dirección de Iñárritu no tiene miedo a mostrar. Sin seguir la estructura de una cinta hollywoodense donde existe esperanza al final, aquí sólo observe una avalancha de profundo dolor. ¿Quién querría ver una película así? Las convenciones de una industria tan hambrienta de ser éxitos en taquilla quedan al margen cuando Biutiful es una competencia entre dos grandes talentos que ignoran por completo la satisfacción de la audiencia.

A momentos la dirección de Iñárritu domina con peculiares escenas letárgicas que no toman en consideración el tiempo de duración y pareciera que no existió trabajo de edición. Luego nos regala momentos pasivos en donde los gestos de los personajes dicen más que el mismo guión, y bellas tomas que te hacen olvidar de una película que impone sus propias reglas para poder apreciar un talento único que no es fácil de digerir. Espero algún día poder observar una comedia o algo diferente que demuestre que tiene capacidad para explorar algo más que tragedia, al menos ya se le quitó el truco de las tres historias entrelazadas que parece que esta jugando con nosotros al clásico ¿haber dónde quedo la bolita?

Por otra parte tenemos a Bardem con la autoridad para conseguir cualquier papel que se encuentre disponible en la industria, mostrándonos que no a perdido su sentido de aventura al interpretar con sencillez a Uxbal. Con justicia a recibido tantos halagos que han culminado con la reciente entrega de un Oscar. A momentos su personaje cautiva por la profunda tristeza que refleja en su rostro, su forma de caminar, hablar; cualquier otro actor nos hubiera fastidiado por esa actitud, pero él nos mantiene interesados en conocer su destino.

¿Merece Biutiful tanto reconocimiento? Como una obra artistica por parte de Irrañitú, por supuesto. Hasta Bardem debe ser reconocido, pero no lo es para todos. Literalmente debes de buscar la complejidad de una película que impone sus propias reglas y no esta dispuesta a adaptarse a ninguna convención establecida. No es hasta la hora de duración cuando vemos un giro de la trama que nos hace recobrar las esperanzas de que es algo más que un homenaje a la ¨cultura emo¨.

Con tanta publicidad que ha recibido por su nominación a los Globos de Oro y como representante oficial de México para la nominación de mejor película extranjera en los Oscars, pareciera que tendremos asegurada la primera estatuilla dorada para nuestro país. Está hecha a la medida para ser homenajeada por la prensa especializada, pero sería como una de tantas que al rentarla el público sólo por haber visto el sello de la Academia de Cine, se quedarán perplejos, dudando que tiene de grandiosa la obra.

Se empecina en mostrarnos la tristeza en todos sus espectros. Es una obra egoísta que no pretende bajarse al nivel de cualquier producción para hacerla accesible a la audiencia. Es la visión de un director talentoso, que junto a uno de los mejores actores del mundo, le hace el favor de levantar un guión que sólo cautiva a momentos y dejando en dudas si existió equipo de edición.