Crítica: Comer, Rezar, Amar

Julia Roberts protagonista de Comer, Rezar y Amar

Es como ser llevado de compras durante dos largas horas, de tienda en tienda sin dinero para adquirir algo por tú cuenta.

Aún tratándose de una película dirigida al público femenino, se debe de crear algo de interés para seguir las aventuras de Elizabeth Gilbert más allá de su falta de satisfacción por su vida. Para que al menos todos los giros que da la trama (más bien amoríos) no se conviertan en pretextos para justificar los 133 minutos sentados en la sala de cine.

Elizabeth (Julia Roberts) es una escritora privilegiada con poder viajar a tres países del mundo después de un doloroso divorcio (el cual quizás el libro explique mejor). Supuestamente es para encontrar el equilibrio entre su deficiencia de amor.

Las agencias de turismo de los países involucrados deben de estar agradecidas por las escenas que favorecen su imagen en el mundo, tanto que crea un ambiente artificial de propaganda. A lo último hay que agregarle a los personajes locales de caricatura con los que se encuentra Elizabeth, con algunas excepciones como Richard (Richard Jenkins) y Ketut Liyer (Hadi Subiyanto) quienes contribuyen a la moraleja.

No puedo pensar en otra actriz mejor como Julia Roberts para cargar con el peso de un personaje en constante molestia consigo misma. Logra mantener ese sentido de descubrimiento, el cual me hubiera gustado se enfocaran más, que como manejar la constante contribución del universo a hacerle llegar amantes.

El mensaje que se da es muy positivo, pero es relegado a la última tercera parte de la película y agregado como si el guionista se acordara que dentro de tanta locación después de todo había un propósito para el show que estamos viendo. Nos empalagan de locaciones y personajes anexos de quienes conocemos poco, pero casualmente tienen problemas muy conmovedores que deben de solucionarse.

Luego es a mi entender que lo único que aprendió Elizabeth fue a valorarse a sí misma, aceptar que no siempre funciona el amor en pareja e intentarlo de nuevo. Entonces todo lo que vimos se convierte en una gran fantasía disfrazada de cuento de hadas con el único propósito de manipular sentimentalmente a la audiencia.

Me imagino que el libro trata más a detalle la búsqueda de Elizabeth y lo que aprendió, porque la cinta se me hace como una bola de chicles de tantos sabores que no sabes ni lo que estas masticando.