Las películas infantiles siguen una vieja fórmula díficil de modificar, aquellos que lo intentan frecuentemente terminan en fracaso y sólo unos pocos lo han hecho: los brillantes genios de PIXAR y hasta cierto punto el Walt Disney de nuestros tiempos, él maestro Hayao Miyazaki.
La casa de animación Dreamworks tuvo un menudo comienzo tratando de descubrir el éxito al no intentar ser un remedo de los estudios Disney, claro ejemplo se puede ver en la crítica que se le hace en la película de Shrek. Hasta hoy no había otra cinta digna de ser catalogada como un clásico, si acaso han sido triunfos comerciales gracias a esfuerzo de la mercadotecnia con elementos ausentes que no causan la emoción sin límites que uno desea.
La trama no es nada que no hayamos visto antes. La aldea vikinga es invadida por dragones de vez en cuando , un chico llamado Hipo deasea ser lo que no es , pero antes logra domesticar a un dragón con secuencias mareadoras en los aires, se hacen amigos, un tonto insensato ( que no falta) no entiende ni quiere hacerlo, batalla final y ¡listo!
En mi opinión «Cómo entrenar a un dragón» es lo más cerca que ha estado Dreamworks de otro clásico después de la primera película del ogro verde (el resto de las secuelas están pésimas). El motivo de tal alabanza a mi parecer es el equilibro de los elementos que gusta a chicos y grandes gracias a la dirección de Chris Sanders , el mismo que colaboró en la cinta de Lilo and Stich y de quien podrán ver el rostro de este último en el dragón Toothless (Chimuelo). El director logra crear la misma magia que nos recuerda a ET el extraterrestre , pero con cambios en la locación, dragones y el odioso 3D.
Todo el vació que se siente en el resto de las producciones es gratamente parchado con sentimientos sinceros por parte de Hipo y su padre, el resto son sólo relleno con escenas de acción en los aires que como me ha molestado que otros críticos comparen con Avatar, con todo respeto, ambos merecen su reconocimiento y la emoción fue la misma. Pero aún con todo y las escenas en los aires para cumplir la meta en minutos o la esperada e inevitable batalla final para entretener a los pequeñines, ha sido una grata sorpresa que aún siendo animación digital sea capaz de transmitir el sentimiento de descubrimiento y asombro que tanto hace falta en este tipo de producciones.