Con un público saturado con historias de vampiros, llega esta cinta que utiliza los mismos trucos que conocemos sobre los hombres de la noche para darnos una mirada futurista a un mundo gobernado por ellos.
Resulta que en el futuro 2019, un virus ha convertido a la mayoría de la población en vampiros hambrientos de sangre humana. La demanda es tan alta del líquido rojo, que necesitan ir de cacería por los pocos humanos restantes.
Edward Dalton (Ethan Hawke) es un hematologo que trabaja en la solución a la escasez de alimento con un sustituto de sangre humana. Es a través de él donde se enfoca la trama durante la primera mitad del filme , para presentarnos la crisis social que vive este mundo hipotético.
Que difícil ha de haber sido para los creadores crear otra versión apocalíptica, con tantas películas que comparar, es inevitable no lograr repetir algunos escenarios. Los tonos de azul y gris son abundantes en las tomas nocturnas. La recreación del mundo vampirezco pudo haber sido un fracaso y facilmente hubiera derrumbado la fantasía si no fuera por una adecuada ambientación.
Por lo general es el aspecto de la actuación este tipo de cintas fallan, pero debo decir que las actuaciones del reparto son demasiado aceptables. Es muy común que se contrate a jóvenes actores desconocidos para ahorrar en el presupuesto lo cual parece que aquí fue la excepción. Conforme transcurren los minutos nos damos cuenta del valor que tiene el actor Ethan Hawke. Su interpretación nada forzada de la angustia interior de lo que significa ser vampiro hace que valga la pena la aventura. Nada despreciable es tampoco es el papel de Charles Bromley (Sam Neill), como el empresario ambicioso que por su propio beneficio decide mandar todo el mundo al caño. Hasta el reconocible Willem Dafoe hace lo propio con un personaje amigable con sus patentadas frases cómicas.
La película usa demasiados elementos ya conocidos, tenemos los típicos villanos, hasta relaciones intrafamiliares que hacen interesante el asunto. Lo sorprendente es que funciona, logra su cometido de entretener y si acaso comete el pecado de mostrarnos escenas » gore» con harta sangre que tanto han críticado los expertos es porque en muchos casos se vuelve innecesario y hasta excesivo. Entiendo la necesidad de atraer el público joven que requiere de tales escenas, pero dudo que quieran esperar hasta el final para ver el baño de sangre, si no fuera por una que otra espolvoreadas en el transcurso de la cinta muchos se sentirán defraudados. Es entonces que tienes el dilema en como llegar a un equilibrio que mantenga contentos a ambas partes, pero como ya es sabido no puedes mantener a todos felices.
Un aspecto que no me esperaba era la crítica social a los niveles de las clases. Ver humanos como nosotros vemos al ganado, como simple alimento al que negamos sentimientos o motivos para existir que no sea más que para alimentarnos es algo que por lo general no pensamos al comernos un delicioso pollo asado.
El orgullo de ser un vampiro, aún con todas sus desventajas de tener que caminar en subterráneos en el día, o manejar en automóviles anti-UV. Pero con el beneficio de inmortalidad no es muy común verlo plasmado en la pantalla grande. Por lo general vemos personajes aislados y no en sociedad.
No se puede escapar un corporativismo que sólo le importa su propio bienestar, no le importa quien pueda morir mientras el gran monstruo mercantil siga vivo todo se vale.
Como podrán notar, existen demasiadas facetas de esta película que fueron de mi agrado y es una lástima que haya cometido el exceso en escenas sangrientas que debieron ser reservadas para otro tipo de película. En ningún momento intenta revolucionar la naturaleza de los vampiros y no traiciona lo que ya conocemos , al contrario lo utiliza a su beneficio.
Apúntenme para la inevitable secuela.