Crítica: Dos Inútiles en Patrulla

Es difícil que la comedia sea del agrado de la mayoría. Cuando logra una cinta de este género ser exitosa, es porque logró cautivar a la diversidad de público que va a las salas de cine, y aún así no falta aquel que no concuerde.

Estamos acostumbrados a dos tipo de comedia: la inocente, de la cual muchos niños disfrutan con las caricaturas del Chavo del 8 y por el otro el liberal que se vale de cualquier intimidad, por más grotesca que sea, para buscar la risa culpable del auditorio. Este último, es el más utilizado durante la cinta que hace todo lo posible por hacerte reír. No estoy en desacuerdo por utilizar dicho estilo de humor, es más , existe películas como Loco por Mary o American Pie que lograron su objetivo.

Juntar a Bruce Willis y Tracy Morgan para que fueran los protagonistas de la película debió de haber sido una excelente idea. Por un lado tenemos la seriedad de Willis, con su innegable carisma , sólo por posar su personalidad en la cámara; y por el otro tenemos a Morgan que por lo visto fastidia demasiado al tener el control de un buen director y un excelente guión.

‘Dos Inútiles en Patrulla’ es la típica historia de dos policías suspendidos por su jefe, pero que durante su largo castigo se enfrentan a sus problemas personales. A Jimmy le roban su valiosa tarjeta de béisbol con la cual piensa pagar la gran boda de su hija y que por azares del destino lo lleva dentro de su ardua investigación a descubrir una banda de tráfico de drogas.

Durante el transcurso de la película tenemos un sin fin de conversaciones que nos dan a conocer la personalidad de los protagonistas, las razones por las que han estado juntos 9 años me son inexplicables. Es el guión con chistes fáciles el que destruye la regular química que existe entre la pareja de policías, además del incontrolable Tracy Morgan el cual hasta se esfuerza demasiado al estar en el teléfono móvil. Es tan pésimo el material con el que los actores deben de trabajar que hasta Sean William Scott, con el cual hemos visto en varias cintas y tenemos garantizadas risas, no logra más que dar lástima.

La cinta está repleta de estereotipos de gángsters mexicanos, interpretados por actores que ni tan siquiera pueden expresarse con un castellano decente. El villano principal se la pasa recitando amenazas enfrente de una iglesia católica, en donde al parecer son sus oficinas personales, sólo le falta el bigote de malvado. Seguro que el guionista decidió elegir a la minoría latina, de lo contrario Tracy Morgan no hubiera protagonizado si la banda delictiva hubiera sido de afroamericanos.

Los motivos de Ana de la Reguera para estar interpretando un papel lejos de sus capacidades actorales, sólo ella lo ha de saber. Es posible que siga la ruta de Salma Hayek que también se tenía que conformar con papeles como el que interpreto en Wild Wild West. Al menos sus breves diálogos fueron en castellano para evitar hacer más el ridículo.