Crítica: Mi Otro Yo

Mel Gibson protagonista de Mi Otro Yo

Mejor rentar el DVD.

Mientras progresaba la trama de la cinta me venían a la mente dos preguntas para justificar lo que mis ojos fueron testigos: ¿Por qué me debe de importar la vida de Walter Black (Mel Gibson) ? Y, ¿qué tiene de especial que hace valer la pena salvarlo de su terrible depresión?

El guionista Kyle Killen en vez de ofrecer respuestas, sólo se dedica a mostrarnos los efectos destructivos de un hombre que claramente no quiere ayuda. A llegado a tal nivel que su subconsciente ha creado una segunda personalidad en la imagen de una marioneta que permite la interacción con aquellos que siente que le ocasionan daño con su simple presencia. Para nuestra complacencia, el Castor resulta por de más entretenido tanto como el individuo que lo interpreta. Aquellos que todavía tengan dudas de la capacidad actoral de Mel Gibson, quedaran sorprendidos que el hombre aún con todo y sus problemas, tiene el talento para convencernos que un muñeco tiene control absoluto de ser líder de una compañía que elabora juguetes, ser intimo con su pareja y hasta buen padre.

La modesta dirección de Jodie Foster permite que las actuaciones sean el atractivo principal y no tanto el guión que necesita de la incredulidad del público para creerse la farsa del Castor de quien recibimos un respiro ante tanto pesimismo que ronda a los personajes. No suficiente con mostrarnos la vida de Walter Black, tenemos que soportar las inseguridades del hijo interpretado por Anton Yelchin que lucha por no ser igual a su padre.

Esta es una de esas películas en las que dudas ir al cine porque no sabes que tanto te vas a divertir. Estoy de acuerdo que existe un elemento de comicidad en la marioneta, pero existen temas de profunda depresión que no son para causar risas. Literalmente estas viendo como una familia se desmorona porque Walter se encuentra en un estado emocional irracional capaz de hacer daño sus seres queridos. Es por eso que se vuelven insoportables los personajes, no entiendo porque deberían de preocuparme sus dilemas cuando eligen estar en ese negativo estado de animo.

La esposa de Walter, quien es interpretada por Jodie Foster, actúa con tanta necesidad por regresar a los tiempos felices, que justifica la tolerancia que tiene al mamífero café parlanchín con tal de tener unos minutos de supuesta paz. De todos es quien al menos tiene en su mente buscar la felicidad, pero esta tan apegada a un hombre que ni tan siquiera su depresión tiene razón de ser.

El desenlace es por más desalentador, te deja con un sentimiento de desconocimiento hacia el futuro de los personajes que te hace suponer que habrá alguna mejoría, pero no especifica como es que lograran salir del hoyo que ellos mismo se han cavado.

Lo más rescatable de la película son las actuaciones de sus protagonistas y alguna locura del Castor. El resto esta tan plagado de pesimismo sin justificación, que te es indiferente cuando el protagonista decide bajar algunos kilos de peso de una forma nada ortodoxa.