No era la película que me imaginaba. El título me hacia pensar que se trataba de intriga política llevada al extremo con ciertos aires de grandeza real y que para los extraños se nos hace a cierto grado interesante pero inevitablemente aburrido. Que equivocado estaba.
El actor Colin Firth tuvo el difícil trabajo de convencernos con un personaje que jamás fue diseñado por el libreto para buscar nuestras simpatías. El Rey Jorge VI es representado como una persona que estaba feliz con ser el hermano del sucesor hasta que las circunstancias lo obligaron ha aceptar su destino en los peores momentos históricos de la humanidad. En vez de mostrarnos una biografía histórica, el director Tom Hooper nos retrata un lado más intimo del monarca con una personalidad arrogante, no por superioridad , si no por su defecto de tartamudez que lo impedía en su rol de líder.
La trama es cautivante de principio a fin por las brillantes actuaciones de todos los involucrados. Helena Bonham Carter lejos de ser sólo la esposa de cartón, nos brinda personalidad y carisma al templar los ánimos de su frustrado marido. Ella es la culpable de unir dos mundos al ofrecerle una opción con el nada ortodoxo terapeuta Lionel Logue (Geoffrey Rush) quien a partir de entonces comienza una infinidad de sesiones con entretenidos diálogos que pudieron haber seguido hasta la conclusión de la cinta.
Por lo general se a vuelto una costumbre de los cineastas por mostrarnos un Reino Unido opaco, con grises extremos y una sobriedad que asfixia. Pero aquí resulta todo lo contrario, los escenarios que eligieron son brillantes, hasta las escenas en exteriores con todo y neblina resultan preciosas de admirar. Todo lo anterior no fuera sido posible tampoco por la dirección de cámaras que nos permite admirar los edificios históricos con tomas a la altura de los personajes, que dan la impresión de estar ahí.
Estuve sorprendido por la sencillez de la producción, en ningún momento sentí manipulación en los tiempos narrativos para emocionarnos, al contrario, todo era con un ritmo adecuado a tal grado que el conflicto de sucesión entre Jorge y su hermano me sorprendió. Ya para cuando el drama se desborda estaba sinceramente emocionado y angustiado por George VI al tener que dar un discurso a la nación de trascendencia mundial.
Fácilmente este filme se pudo haber descarriado con el escándalo del hermano el Rey Eduardo VIII, el inicio de la Segunda Guerra Mundial, hasta ver el drama de los jóvenes hijos de Lionel enfrentarse al infierno que se acercaba. Nada de lo anterior. «El Discurso del Rey» tiene la suficiente confianza de que la historia que nos esta contando no necesita aditamentos para hacerla mejor, confía en sus personajes y vaya que al final nos dan mucho para aplaudir.
No he podido admirar las otras películas que compitieron para la mejor del año. Me da la impresión que la Academia se fue con una cinta que emociona al público para no verse como en ocasiones lo ha hecho, algo de insensible hacia los gustos de la mayoría. Es una lástima que no se le dio la difusión que debía porque vale mucho la pena.