Crítica Historias Cruzadas

Existe la idea en Estados Unidos que el racismo fue eliminado cuando ganó las elecciones Obama. Desde entonces cualquier intento por recordar los tiempos en que los afroamericanos eran discriminados, puede ser incómodo para cierto sector de la población que considera exagerado representar trágicamente ese oscuro pasado.

Es por eso que me extraña leer en varias críticas norteamericanas la falta de profundidad que tiene la película sobre los temas raciales. Más en la necesidad de presentar a todo el elenco de afroamericanos como personas buenas y donde el único con actitudes despreciables nunca da la cara, o las personas blancas como racistas de baja categoría. Es como si hubieran querido más crueldad representada en la pantalla,  lo cual estoy en desacuerdo cuando no existe el sustento u objetivo, al menos que sea historia verídica y hasta en esos casos el director opta por evadir esos momentos indeseables.  Pero siendo que «Historias Cruzadas» está basada en la novela «The Help»  escrita por Kathryn Stockett, no encuentro la terquedad por mostrar el odio que ya hemos visto en otras ocasiones.

La película es un triunfo porque valora sus personajes, más que representar a cada instante el contexto histórico en el que se encuentra. Nada mejor que ver los primeros instantes en los que conocemos a Aibileen Clark (Viola Davis) relatando su vida, que aún con el dolor que representa fielmente la actriz, no es motivo para dejar de interesarnos en su dilema. Toda su vida se la ha pasado criando bebes, hasta lleva la cuenta y lo peor es que aún con todo el cariño y entrega, resultan ser igual que los padres a quienes les trabaja como empleada doméstica. Como ella, la mayoría de las mujeres se dedican al trabajo doméstico sólo porque su color de piel no les permite mayores oportunidades, entonces tenemos toda clase de maltratos por parte de los blancos porque saben que no tienen otra opción.

Contrario a lo que puedan pensar, hasta existe un toque de comedia gracias a la audacia de Minny Jackson (Octavia Spencer), quien es la mejor amiga de Aibileen. Es con ella que entenderán todos los chistes de los «Globos de Oro» referentes a un pastelillo con dudosos ingredientes. ¿Quién la viera? Al principio comienza como una persona altanera que no vemos hasta después de la mitad de la película y después resulta ser insuficiente su presencia porque literalmente se roba atención del filme. Es entonces que no es casualidad que se haya llevado uno de los premios a mejor actriz de reparto y no dudo que sea reconocida también en los premios Oscar.

Inmediatamente han de pensar que este es otro drama desgarrador, pero resulta ser todo lo contrario. Aunque se nos muestra la terrible opresión que sufrieron las personas de color durante la década de los sesenta, es más bien la fantástica historia de un grupo de mujeres que estuvieron dispuestas a contar su vida a una joven escritora para que lo publicara en un libro. Esa seria Eugenia «Skeeter» Phelan (Emma Stone), quien acaba de regresar al pueblo de  Jackson, Mississippi, porque por falta de experiencia no le dan un trabajo de columnista en algún diario de Nueva York, por lo tanto termina trabajando en uno de su localidad. En un día como tantos, al ver como las empleadas domésticas son discriminadas al grado de que no les permiten utilizar el sanitario, comienza a conocer las historias de vida del grupo de valientes mujeres encargadas de cuidar niños, cocinar, lavar, ir al mercado y sobrevivir sabiendo que su situación no podía cambiar.

Si no fuera suficiente, tenemos a un grupo de señoras de familia comandadas por Hilly Holbrook (Bryce Dallas Howard) como si fuese la abeja reina de la colmena. Su principal objetivo es promover una iniciativa de salubridad que obliga a tener un baño para la servidumbre, además de hacerle la vida imposible a Celia Foote (Jessica Chastain).

Si me extendí demasiado en las introducciones de los personajes, es porque el elenco de actrices lo merece. Sus actuaciones tan peculiares hacen que tengan tantas nominaciones como fuera posible. Cada instante en el que aparece, no sólo demandan nuestra atención si no que actúan como si cada una de ellas tuviera el protagónico.  Aquí no hubo ausencia de talento, pero si la falta de equilibrio en la trama y no tanto porque sea un problema en sí de la autora, si no porque creo que nunca pensó que sería traducido al cine.

La primera mitad del filme está lleno de explicaciones de los peligros que acechan a los afroamericanos, los maltratos y la audacia con la que han podido sobrevivir. Hay escenas en donde sólo estás esperando a que algo terrible pase, pero a partir de que el grupo de domésticas comienzan a relatar su vida, el temor se desvanece y es como si estuviéramos mirando otra película por completo.

También en lo que se refiere a las historias personales el impacto no es el mismo, mientras que el grupo de mujeres de color tienen tragedias, el drama de «Skeeter» no le llega a los talones con su trauma de la niñera perdida. Luego existe un prolongado desenlace en donde no ocurre demasiado,  hasta que por fin se decide en terminar con una poderosa escena en donde los sentimientos de Aibileen explotan al ser contenidos durante tantos años de represión.

La película no es la perfección que pretenden vender, pero no es posible negar la calidad del elenco de actrices que logra hacer que valga la pena algo que fácilmente hubiera pasado desapercibido.