El gran esfuerzo del director Clint Eastwood y el actor Leonardo DiCaprio por llevar al cine la vida del fundador del FBI (Buró Federal de Investigación), J. Edgar Hoover, no es suficiente para alcanzar sus ambiciones de reconocimiento por parte de la crítica especializada. El filme que a simple vista se ve diseñado para acaparar premios, se derrumba ante el legado de un gran personaje de la historia norteamericana, capaz de manipular durante decádas el curso de la política de su país.
El guión de Dustin Lance Black, mejor conocido por su trabajo en `Milk’, logra con éxito transmitir la personalidad de un hombre obsesionado en mantener el orden social. Primero combatió una serie de anarquistas extranjeros, luego mafiosos, secuestradores de niños, para terminar en ser el mismo un funcionario corrupto capaz de decidir situaciones de política interior. Su poder fue mantenido por medio de secretos capaces de destruir a quien se le opusiera, supo manejar la opinión publica a través del miedo a la delincuencia a tal grado que utilizó la filosofía de que el bien justifica los medios al momento de chantajear funcionarios y presidentes; todo con el fin de obtener recursos económicos, mayor poder para su departamento de justicia y hasta fama.
En los primeros minutos, conocemos a un Hoover en el ocaso de su carrera, relatando las grandes hazañas de su vida. Es impactante ver a Leonardo DiCaprio interpretar a un anciano, no por su capacidad actoral, si no por su pésimo maquillaje que llega a distraer y perdernos en la ilusión del periodo que viven estos personajes. Si existe un esfuerzo considerable para hacernos creer en los bellos escenarios a inicios del siglo pasado, es deprimente que la mayor parte del tiempo veamos a un hombre cubierto de látex haciendo esfuerzos por expresar sentimientos. Al principio es difícil creer en DiCaprio, hasta que comenzamos a ver escenas de la juventud de Hoover, cuando era sólo un empleado más y es ahí cuando la cinta recobra algo de credibilidad, hasta casi olvidarnos por completo de los rechazos de momia.
La elección de relatar la trama a través de dos líneas de tiempo es utilizada constantemente, porque nos ofrece la perspectiva del individuo y la profundidad de sus sentimientos. En este caso, ocasiona demasiados problemas en como fluye la trama, al grado de que se desvanece el impacto que deberían de tener escenas claves. Se siente que omite valiosa información que no llega a justificar del todo las acciones que toma Hoover a través de su vida, luego se comete el error de regresar a momentos que se supone ya habían sido concluidos. Por eso pienso que la película no tiene enfoque y no logra elevarse como debería durante el clímax. Entonces se vuelve en una colección de escenas interesantes, para después continuar con otra que no tienen nada que ver.
La dirección por parte de Clint Eastwood es sencilla, pero muy efectiva. La escena entre madre e hijo, cuando relata lo que les sucede a las personas con excéntricas actitudes, logra transmitir la seriedad del momento, sin caer en dramatismo y sobre todo mostrar la angustia de Hoover ante la realidad de su vida. La silueta que se forma en la pantalla de una poderosa figura maternal, es vital para entender porque este hombre no se detiene ante nada.
El tema de la orientación sexual de Hoover ha sido debatido a lo largo de los años, aún cuando la película da a entender su inclinación del amor que tenía hacia su asesor de por vida Clyde Tolson (Armie Hammer), no es motivo de la mayoría de nuestro atención, pero si de lo más impactante que tiene que ofrecer la película. Es desesperante como no logran sacar provecho de esa situación. Aquí tienes a un hombre que con revelar tal secreto lo harías pedazos en un instante y hasta se sabe que los rumores iban más allá de sus colaboradores, sin embargo el guión de Black omite el peligro con sólo un par de diálogos.
Leonardo DiCaprio merece reconocimiento por su trabajo, sólo que está no es la oportunidad de oro que ha estado buscando. Si quiere trascender como uno de los mejores actores de la actualidad, debe de salirse de sus personajes preestablecidos y ofrecernos algo que jamás hayamos visto.
J. Edgar es una película que se queda corta en sus ambiciones y la vida del hombre es extensa para relatar en dos horas. Lo correcto hubiera sido enfocarse en una faceta de su vida o de plano realizar una mini-serie. No quiere decir que sea una pésima película, sólo una más del montón que no alcanzó la gloria de una estatuilla dorada.