Crítica: La Otra Familia

¿Y por qué ustedes se dan besos en la boca?…

¿Y por qué no escogieron otro niño mas odioso y detestable?… quizás porque el que tenemos en pantalla parece funcionar a la perfección y cumple cabalmente su papel, es decir el de un infante completamente intrascendente, desesperante y totalmente desprovisto de gracia, es quizás el toque de completa repulsión el que hace que su personaje funcione, pues al conformarse un personaje de ese modo, resulta interesante el ser testigos del como es que se desarrollan las cosas. Se preguntarán acerca de quien es que hablo, me refiero al pequeño protagonista de la película “La otra familia” de Gustavo Loza, en la cual el título aparentemente sencillo es suficiente para identificar el trasfondo que la película intenta y recalco el intenta, pues a pesar de los esfuerzos, la trama no se hace entender y divaga en un frustrado intento de formar un drama que por momentos se pierde en un burdo melodrama con toques de comedia de efecto y salpicado por el típico estilo del mal llamado “Nuevo Cine Mexicano”, que evidentemente a estas alturas de nuevo únicamente tiene lo poco afortunado de dicho término.

Cada vez es mas constante que en la realidad mexicana seamos testigos de un extraño fenómeno, el cual ha sido una constante en el desarrollo cinematográfico del país vecino, hago alusión en este caso al show mediático generado por un producto, en México tenemos el ejemplo del Padre Amaro dirigida por Carlos Carrera y más recientemente en El infierno, de Luis Estrada, donde ambas producciones gozaron de una mayor atención y relativo éxito debido a cuestiones que en nada tienen que ver con la película en si, como lo son la censura o lo polémico del tema.

Gustavo Loza y los productores de “La otra familia” apuestan por una propuesta arriesgada para el mercado mexicano, donde el tema generó polémica tal y como se esperaba desde antes del estreno, por lo tanto no puede hacerse caso omiso del fenómeno social detrás de este ensayo cinematográfico.

Nos encontramos con una historia sumamente rebuscada que va atravesando de género en género en una progresión que en lugar de demostrar evolución, denota una falta de dirección del argumento, pues se inicia con un marcado sentido de comedia repleto de clichés, donde como notas discordantes somos testigos de los elementos genéricos tipo “mala persona= mala acción. Buena persona= mejor comportamiento”. Loza se muestra arrojado desde el principio y lanza sus disparos desde los primeros minutos de la trama, tenemos en pantalla un filme completamente definido en cuanto a su postura relativa a las preferencias sexuales, no es de extrañarse que veamos entonces el modus vivendi sumamente estereotipado de una pareja homosexual, iniciamos así con los clichés que componen esta trama, donde los personajes ejecutan roles fácilmente identificables por la burdo de su misión y la forma en la que son desarrollados. Es evidente la incomodidad entre los protagonistas, aunque conforme progresa la trama se empieza a percibir una mayor desenvoltura, y del mismo modo los problemas de la trama van aumentando, nos enfrentamos pues a una entretenida primera parte donde somos participes de un cambio radical en la vida de la pareja protagonista, pues por azares del destino un infante llega vivir a su hogar, lo cual da lugar a una serie de cómicas situaciones que desafortunadamente son mancilladas por clichés y prejuicios implícitos en dichos actos, sin embargo es poco el tiempo que se mantiene este ritmos y es cuando la película comienza a hacer agua por todos lados, pues la trama da un giro y el infante pasa a ser sólo un objeto para enfocarse en una trama que poco o mucho tiene relación con lo mostrado en un principio, esto puede obedecer a que sencillamente el niño en cuestión no podía soportar todo el peso de la película o que desde un principio su objeto fue únicamente el denunciar la discriminación de la que son victimas las parejas del mismo sexo por una idiosincrasia como lo es la mexicana.

En resumidas cuentas nos encontramos con una propuesta pretenciosa que se pierde en el trasfondo de su mensaje, vaga en una serie de sub-tramas cuyo refuerzo es innecesario y que quizás arriesgó demasiado al considerar al público preparado para reconocerla como una fabula edificante, por lo cual se pierde como un cúmulo de clichés y buenas intenciones que raya en la ingenuidad por lo poco afortunada forma de acercarse al tema.

PD: Aparentemente la polémica causada por la trama de la película repercutió favorablemente en su recaudación de taquilla, en sus primeros días de estreno recaudó poco mas de ocho millones, mas de la mitad de lo que suele costar una película mexicana promedio.