Ya tiene algunos años desde que Disney abandonó las producciones animadas hechas con harto trabajo con lápiz y papel, a cambio de aquellas elaboradas con sofisticadas computadoras que presumen sus capacidades de procesamiento de datos. En los primeros minutos puede uno notar la calidez de los colores que brotan en la pantalla haciéndonos recordar los inolvidables clásicos con los que hemos crecido.
Un príncipe es convertido en un sapo y él le pide a nuestra protagonista llamada Tiana, que le de un beso para romper el hechizo del carismático villano Dr. Facilier. Como han visto por los avances, no todo sale como ellos desean y Tiana es convertida en sapo también por lo que hay que ir en busca de la hechicera para resolver el dilema.
La película es muy tierna con su constantes momentos sentimentales de deseos bajo la luz de una estrella o los desvíos mentales de Tina por querer alcanzar su meta más grande en la vida reflejada en un restaurante. Pensé que todo esto me iba a fastidiar, pero quizás fueron los motivos lógicos por lo que los personajes estaban soñando que acepte la fantasía. En comparación de otras cintas que se la pasan la mayoría del tiempo en persecuciones frenéticas con justificaciones absurdas, aquí se profundiza en las caracterizaciones de los personajes haciendo que valga la pena la aventura.
Se agradece que Disney trate de reparar tantos años de abandono por no mostrar un elenco y protagonista de raza negra, pero ya observando la trama como se desarrolla no tiene importancia. Si el gran gigante de los dibujos animados quiere ampliar su sector demográfico allá ellos, por mi parte pienso que es justificable por la locación de Nuevo Orleans.
La nostalgia va a jugar un papel muy importante en la percepción del público por esta ésta cinta, al final al poner La Princesa y el Sapo en un comparativo con el resto de los clásicos es cuando nos podemos dar cuenta de ciertas ausencias que evitan que la película tenga el sello de inolvidable.
La música es una de las características famosas de estas producciones que en esta ocasión aún siendo abundantes en el largometraje, no contagian como uno quisiera. Otro aspecto que creo que fue el más importante que les falto fue la falta de tensión, nunca dude que todo regresara a la normalidad, recuerdo que en «La Sirenita» la malvada de Ursula hizo todo lo posible por alcanzar lo que se proponía y aquí en brujo Facilier con todo y su magia negra voodo (un tema pesado para una cinta infantil) apenas y logro atrapar a un sapo con la ayuda de sus amigos.
Por eso mejor me detengo, no quiero entretenerme buscando defectos que no demeritan demasiado de la experiencia: es familiar, entretiene y te hace recordar. ¿Qué más puedes pedir?
Jajaja es verdad, se pasaron con lo del voodooooooooooooooooo.
Amé a Navee, es un príncipe chistoso, nada aburrido. Creo que La princesa y el sapo se convertirá en una de mis películas favoritas. Ya echaba de menos las clásicas películas animadas de Disney. Es de las mejores.