Critica a la Carta: Pie de Página. Amor, familia…y ego.

Cuando uno ve películas que tratan de problemas familiares (ya sea en dramas o comedia), uno termina viendo prácticamente lo mismo: una historia donde uno o todos los miembros tienen problemas, surge algún evento o algo que empeora la situación o impulsa a mejorarla y termina con la familia (o un pequeño segmento de ella) mas unida que nunca. No hay nada malo en eso, pero es un patrón que se ha vuelto algo repetitivo.

Pero de vez en cuando ahí surge una película que toca problemas familiares, pero no se empeña en darles una solución adecuada. Eliezer Shkolnik (Shlomo Bar Aba) es un profesor de la Universidad Hebrea de Jerusalén cuyos estudios sobre la Talmud de esa región han sido su más grande pasión, tanto que ha descuidado mucho sus relaciones familiares y sociales. Caso contrario a su hijo Uriel (Lior Ashkenazi), que es amado por su familia (aunque le falta ser más estricto) y respetado por la sociedad, tanto que así que fue seleccionado como merecedor del prestigioso Premio Israel; por desgracia, una confusión de las autoridades provoca que se crea que Eliezer es el ganador y al momento de comunicarle a Uriel de la situación, este empieza una contienda interna entre no herir a su padre o decir la verdad.

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Leyendo la historia, uno podría creer que estamos ante un drama común, donde padre e hijo empiezan a tener problemas en su ya de por si relación tensa, pero el director Joseph Cedar se las ingenia para agregar algunos pequeños momentos que nos pueden parecer cómicos, especialmente al principio de la película, donde pareciera que tendría un tono más humorístico. El director combina bien esos elementos, pero al mismo tiempo sabe como separarlos en los momentos adecuados para el disfrute de la película.

Otro de los mejores puntos de la película son las actuaciones: no serán conocidos (son actores israelíes), pero todos actúan de manera bastante natural frente a la cámara y componen unos personajes bastante agradables ante mi propia sorpresa. Sholo Bar Aba y Lior Ashkenazi son los más favorecidos, dado que son los personajes principales de la entrega, pero ambos demuestran que pueden sostener la película sin ningún problema.

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La historia es quizás en donde radica la mayor virtud de la entrega y su mayor defecto. La película simplemente no es para cualquiera: es una historia sobre dos familiares (padre e hijo) con enormes diferencias entre ellos y que no parece venirse alguna forma de cambiar. Pero también es una crítica sobre las entregas de premios: como algunas diferencias personales o ideológicas pueden provocar la no asignación de reconocimientos con mayor preparación o mayores meritos.

El final puede que no guste a muchos, dado que se decide por un giro amargo, pero eso no quita los enormes meritos a esta película, que sin lugar a dudas merece que más gente la conozca. Si tienen la oportunidad, no la dejen pasar.

Anexo escrito por Cristóbal C.

Durante la primera mitad de la película estuve más interesado por la pronunciación del idioma hebreo, que por los berrinches del catedrático Eliezer Shkolnik. Pero creo que ese era el punto. A cambio de soportarlo es que la trama fija su atención en el más ameno de su hijo Uriel, quien intenta lidiar con las actitudes de su padre y que nunca por lo visto logra hacer algo que le caiga bien.

Es interesante como una historia que hemos visto innumerables ocasiones como lo es la falta de aprobación de tu progenitor, se vuelve en un enjambre de matices gracias a un libreto refrescante e intrigante.

Al principio quizás la dirección de Joseph Cedar puede parecer demasiado desesperada para mantenernos atentos. El estilo de presentarnos los personajes con un breve listado de sus gustos y defectos me escapa porque el humor que intenta es tan tenue que apenas se percibe. Es cuestión de gustos, y no piensen que demerita la obra, al contrario, le brinda una característica única que refuerza su identidad y que sólo esta película puede ofrecer.

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Ya pasada la mitad de la película, lejos de las introducciones o escenas de la vida cotidiana de Eliezer y Uriel, es que el dilema principal se presente en una escena clave que involucra una reunión en una habitación diminutiva y con personalidades de grandes egos. Es ahí cuando la película se infla a niveles sorprendentes gracias a un libreto envidiable y que deja en claro su falta de conformidad a lo conocido.

Hace mucho tiempo que no estaba tan atento a un diálogo, sin importar que este fuese en subtítulos de un idioma hebreo incomprensible para mi cerebro. El actor Lior Ashkenazi, quien interpreta a Uriel, nos transmite su desesperación y hasta terror al saber que sería acreedor al grandioso premio por el cual su padre había tanto soñado y hasta amargado su vida.

Lo que sigue es un filme que logra plasmar los cambios de sus personajes y sobretodo las consecuencias de sus actos. Lo más importante es que no son necesarias las trilladas escenas de confrontación que tanto estamos acostumbrados y que esperábamos en el desenlace. Es por eso que muchos se sienten como si la película nunca llega a tener una resolución, pero ocurre todo lo contrario, es solo que no lo entendemos o no lo alcanzamos a ver.

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Esta es la historia de la transformación de Uriel: que pasa de ser un hijo optimista que busca la aprobación de su padre, a ser la viva copia al carbón de él con todos sus rencores y frustraciones. Lo doloroso es que Eliezer al conocer la verdad del embrollo no le importa cualquier dolor que pueda causar, todo lo que dice sobre su trabajo, colegas o inclusive de su hijo; para él es cierto. El tan codiciado premio se lo merece, de eso no hay duda.

El filme plantea una pregunta importante: ¿qué tanto estas dispuesto sacrificar a costa de tu propia felicidad? Más cuando el ingrato descubres que es de lo más despreciable que jamás un comité querrá reconocer, o tan siquiera conocer en persona.

Y es de nuevo donde la película sorprende con sus múltiples facetas que hasta nos ofrece una visión de como funcionan los certámenes o dichosos premios que reconocen lo mejor de lo mejor. De nuevo el filme plantea nuevas interrogantes: ¿cómo puedes evaluar el trabajo de una persona? ¿Qué determina el valor para ser digno de ser excelente en alguna rama de conocimiento?

De verdad, después del aparente lento inicio, al final quede satisfecho ante una obra de exquisita complejidad. Por favor, no se dejen llevar por las convenciones de los establecido y busquen una confrontación innecesaria. El desenlace habla más de lo que podrían habernos ofrecido una batalla entre padre e hijo, inclusive termina con mayor impacto ante la tragedia que es la propagación del resentimiento, frustración e incomprensión porque nadie de los involucrados desea cambiar en absoluto.