Crítica: Presunto Culpable

Toño en el documental Presunto Culpable

No me acuerdo…. no me acuerdo…. no me acuerdo. Con esas sencillas palabras uno de los policías se defendía ante el interrogatorio del audaz abogado Rafael Heredia.  Con un tremendo coraje y al mismo tiempo incredulidad de lo que estaba siendo testigo, no aceptaba la realidad de que un sistema de justicia podía ser capaz de encarcelar a una persona inocente con tanta facilidad como sacar copias del veredicto del juicio anterior.

El caso de José Antonio Zuñiga es el que se ve con frecuencia. Todos sabemos que la justicia mexicana es pésima, pero la aceptamos porque es fácil de quebrantar cuando se tiene dinero de por medio. Aquí nos mostraron un juicio de una persona que no tiene defensa más que la del Estado pueda ofrecer. Por eso las pruebas pueden ser alteradas al gusto de quien este a  cargo. Somos testigos de un sistema judicial que ha prevalecido porque es fácil de corromper y cuando lo vemos en acción nos duele en el alma que personas como él pasen un infierno en vida.

El documental no pretende abarcar por completo la problemática de un sistema roto y en realidad no tiene necesidad.  Esta es la historia conmovedora de Toño y en tono de broma es «su verda»  con todos los matices que conlleva.  Vemos a un joven que de un momento a otro le fue arrebatada su vida y a través de su crónica logra que la audiencia simpatice con su causa. Todo el proceso y verbolera judicial se vuelve soportable porque te importa Toño y esa es la fortaleza de un documental que más que ser una crítica nos da a conocer una historia humana que involucra hasta un lado romántico que en lo personal casi me hace llorar al final. Pero me aguante.

La crítica que se hace es en base a este juicio. Con breves notas que interrumpen las imágenes, se nos muestran estadísticas que nos indican que la presunta culpabilidad a metido a la cárcel al 95% de las personas porque no pueden demostrar su inocencia. Es impactante ver como se movían los números que nos indicaban los días que transcurrían.

Como si fuera historieta cómica el juez y la parte acusadora tienen facha de villanos que obedecen a obra con final anunciado. Si acaso la naturaleza de tener acceso con cámaras al reclusorio impide cierta veracidad, lo sorprendente es que aún así el resultado es el mismo.

La dirección de Roberto Hernández y Geoffrey Smith es impecable. La calidad del documental es evidente y la narrativa de la trama es fluida y clara. Con movimientos de cámara y efectos visuales que nos permiten mantenernos atentos a las confusas circunstancias (que aún no logro entender del todo)  en que Toño es culpable.

A diferencia de otros documentales que sólo tiran piedras pero no ofrecen soluciones, me agrado demasiado que se proponga el cambio de culpabilidad comprobada antes de meterte a la cárcel.  Desde la  justificación de ingresar las cámaras al juicio y de lo que originó , es lo que hace que este documental se haya vuelto un fenómeno social. Es evidente que no tiene el fin recaudar dinero, si no de crear conciencia sobre una problemática que  continua por la apatía de todos, aunque a Cinepolis le brillan los ojos por vender.

Tengo que reconocer la audacia de los abogados Layda Negrete y Roberto Hernández por llevar a cabo una revolución de conciencia que nos hace falta. Mis respetos por la valentía de llevar este documental a la luz pública y motivarnos a que no haya más historias como la de Toño.

Aún cuando se estanca con las escenas del juicio (¿a quién le agrada ver un juicio?), es la simpatía y cariño que le llegamos a tener a Toño lo que hace que nos importe su historia y valga la pena.