Crítica: Salt

Angelina Jolie protagoniza Salt

Por más que me resistí a esta cinta con una trama reciclada, tan llena de tantos clichés y escenas por más utilizadas en mejores películas del mismo genero. Al final no pude más y terminó por agradarme este remedo de Jason Bourne femenino.

Lo que pasa es que la sólida actuación de Angelina Jolie termina por venderte lo ridículo que es el guión, que peca de volver a utilizar como villanos a ex soviéticos rusos intentando destruir de nuevo a Norteamérica. De un momento a otro vemos a Salt ser perseguida con tanta convicción por la actriz, que te olvidas de pensar en lo absurdo que es, y cuando vuelves a pensar de nuevo en la situación absurda que desata la escena , te envuelve en la persecución en donde la dama parece ser de plástico. En serio esta chica es indestructible, ya sólo esperas que desgarre la cámara de la ferocidad con la que interpreta su personaje.

Para que todo funcione se necesitan a víctimas lo suficiente ingenuas para ser sorprendidas por la conspiración marca patito. Por eso tenemos de nuevo a Chiwetel Ejiofor (Peabody) con otro papel de inocente ignorante de la situación listo para hacer expresiones de asombro y desconocimiento cuando persigue sin tanto éxito a la agente Salt. Luego tenemos a la incompetente CIA que desconoce agentes secretos que intentan destruir el país, pero supuestamente se justifica tal hecho al final.

Sin mucha explicación sobre la verdadera identidad de Salt no la pasamos hasta la mitad de la película en aparente suspenso sobre su naturaleza, de un lado a otro viéndola realizar sus acrobacias. Es sorprendente como reutiliza los mismo trucos el guión con tanto descaro que lo hace ver como si fueran escenas novedosas. Creo que debo de agradecer lo anterior al director Phillip Noyce que infunde las escenas de acción con la energía suficiente para emocionarte con persecuciones que no salen de lo trillado.

Estaba a punto de fastidiarme de tan repetitivo que era el asunto hasta que el clímax salva lo que bien pudo ser un asco de película. Todo llega a una situación tan exageradamente crítica que hasta Jack Bauer estaría orgulloso de lo elaborado del plan maestro. Ya para entonces debes de reconocer que los minutos perdidos fueron entretenidos y no te queda otra que reconocer que valió la pena la asistencia al cine.

Como se ha vuelto una costumbre, al final todo queda abierto a la posibilidad de una inevitable secuela que genere las suficientes ganancias para que continúen las aventuras de la «Salada de Jolie» contra los malvados agentes secretos rusos que quieren destruir el mundo.