No había visto un considerable de despliegue de publicidad en el «Metro» de la Ciudad de México para una cinta que ya fue estrenada hace varios meses en su país de origen. Para hacer más interesante la propuesta, se nos hace mención de que la obra es de los productores de «Transformers» y «El Laberinto del Fauno». Con esas referencias al menos en diferentes ocasiones vi a personas observando el cartel considerando seriamente ver la cinta.
Lo que llama la atención es el diseño de «DREN», una especia de híbrido entre humano y una decena de animales que provocan confusión al momento en que exhibe características fuera de lo normal. Para lograr tal fenómeno tenemos a una joven pareja de científicos hambrientos de llevar la genética a niveles más allá de lo que la ética permite. Los actores Adrien Brody y Sarah Polley logran transmitirnos la incesante ansiedad de descubrir una nueva forma de vida más allá de lo imaginable, lo que al mismo tiempo provoca que estemos atentos ante cualquier movimiento que realice este nuevo ser. Es esto último lo que nos debe de mantenernos atentos la mayor parte del tiempo, porque no existen escenas de acción que despejen el aburrimiento Es una simple historia de dos científicos que se deben de enfrentar a lo desconocido.
Es gratificante la mesura con la que se utilizan los efectos especiales en «DREN». El talento artístico se ve reflejado en la simpatía que nos refleja el personaje y a la mismo tiempo el peligro que representa al no poder tener control de una criatura que evoluciona a cada minuto. En lo personal fue esto último lo que me mantenía entretenido, porque con cada gesto o sonido no sabía que esperar, después de todo era evidente que tenía sentimientos y en cada momento por más injusto que pareciera eran poco a poco suprimidos por la necesidad de mantener en secreto su existencia.
En otro tiempo las necesidades sexuales no hubieran sido planteadas, pero aquí se vuelven un tema principal que para acierto de la producción crean un conflicto entre los personajes. Quizás los momentos no son tan sutiles tomando en cuenta que después de todo DREN no es del todo humano, pero son ambos científicos los que me hacen dudar de lo poco que se necesita para cruzar el umbral de la moral.
Conforme pasaban los minutos era evidente que todo iba a terminar en violencia y para mi es el clímax el que determinaba el valor de esta producción por la capacidad que tuvo al captar mi atención. Pero fuero los últimos diez minutos que al igual que DREN parece que son otras personas las que están al mando. Al director Vincenzo Natali es como si le hubiera sonado la alarma y de repente tenía que terminar todo de un carpetazo. Dos personajes aparecen como requisito obligado para la carnicería, llegando a una conclusión que grita secuela. Toda la aparente mesura y técnica que se había empleado se deja a un lado en un final que deja mucho que desear a lo fluir con el misma tonalidad que el resto de la trama. Como ejemplo tengo el desenlace de «La Mosca» que fiel a su estilo de contar la historia termina en una impactante tragedia acorde a lo que se venía planteando y se siente natural, no como una imposición a una escena obligada de acción.