Crítica: X-Men – Primera Generación

Protagonistas de X Men Primera Generación

Con el propósito de eliminar lo «X» (desconocido) de los X-Men. Los estudios Fox han comisionado otro equipo de producción que sea capaz de dar de nuevo vida a  las historias de nuestros héroes mutantes a través de otra perspectiva, muy alejada de lo que es  Wolverine: Orígenes en donde la única estrella era Hugh Jackman.

Sin saber para donde dirigirse después de carpetazo final de la trilogía original, se ha decidido comenzar de nuevo, cuando el Profesor X no era profesor, tenía cabello, podía caminar y ninguno de sus futuros pupilos tenían que usar los  ridículos trajes de piel.  Para mi sorpresa el enfoque de la cinta no es en la aburridas aventuras escolares de Charles Xavier, si no en el joven y torturado Erik Lensherr (Magneto), del cual todos conocemos su trágico pasado en un campo de concentración nazi que hasta reciclan la poderosa escena donde lo obligan a separarse de su madre.

Como película palomera funciona al tener un equilibrio entre la historia de los personajes principales y las escenas de acción. También ayuda demasiado que sea un grupo reducido de mutantes, aunque varios no se escapan de ser simples peones que aparecen estratégicamente sólo para enseñar sus poderes mutantes y aumentar el gasto en efectos especiales. Para aquellos afortunados que fueron agraciados con personalidad, el libreto utiliza la misma fórmula de la primera trilogía otorgándole a estos nuevos personajes caracterizaciones que ya hemos visto: tenemos a Mystique y «Hank» McCoy canalizando el papel de Rogue, canalizando el papel de Rogue, añorando ser lo que se puede llamar normales; Charles Xavier como el nuevo Ciclope, siendo el galán de la novela y sólo siendo útil a momentos; Magneto como el nuevo vengativo Wolverine.

Esta producción debe de agradecer lo competente que fue el director Matthew Vaughn para hacer de las  incoherencias del libreto algo que valga la pena ver. Los motivos que llevaron a crear una escuela de mutantes no tienen el suficiente peso, nada resulta ser trascendente o difícil para Charles Xavier, es más , nunca se explican los motivos que lo llevaron a crear tan prestigiada institución ¿sólo por ayudar mutantes? ¿Por qué? Es un playboy con el suficiente dinero para olvidarse del mundo, ¿nada más porque puede leer mentes lo hace especial? Hasta la misma Mystique lo cuestiona al no tener que lidiar con diferencias físicas que lo aparten de la sociedad. Luego tenemos al futuro Magneto en su papel de vengador asesino, que por azares del destino conoce a Charles en uno de esos actos de disque justicia y que decide quedarse sólo por ir en busca del híper-villano. Que yo recuerde, Erik Lehnsherr fue co-fundador del instituto, pero no así, era como si lo trajeran a fuerzas reaccionando a lo que sucedía, sus motivaciones no incluían ser la niñera de adolescentes ni seductor de menores con piel azul.

Me desilusiona porque bien pudo ser el «Batman Inicia» de los X-Men, pero es un remache de cinta que va a provocar las inevitables secuelas que han de venir. Se que estas versiones se toman libertades que no tienen nada que ver con la trama de los cómics y hasta cierto punto le dan frescura, es lamentable que sean tan holgazanes de no tener coherencia los personajes. El libreto está tan destartalado que no se ni cuando se enamoro Charles de la agente de la CIA.

Por todo lo anterior pareciera que la cinta no fue de mi agrado, pero es todo lo contrario, simplemente no fue lo que esperaba. Es entretenida , los efectos visuales son interesantes, las actuaciones son convincentes, con villanos más «X» que los «X-Men» (pero hacen su trabajo) y lo divertido que es ver escenarios de los 60 con todo y la versión chatarra 1.0 de «Cerebro».

Veredicto:  El director Matthew Vaughn hace lo que puede con un libreto incapaz de darles motivaciones a sus personajes, es sólo una escusa para rellenar los huecos con escenas de acción y remedo de drama.