En el lejano 2014, el joven director Damien Chazelle nos hizo girar cabezas con su musicalmente estimulante ‘Whiplash’. Tan inolvidable fue, que no se me quita la espina de que emocionalmente es superior a la ganadora del Oscar de ese momento ‘Birdman’. Pero el tiempo ofrece nuevas oportunidades y ahora con ‘La La Land’, Chazelle se perfila para ser el ganador absoluto en una ceremonia que se ha vuelto por demás predecible.
El motivo principal de tanta alabanza es porque la película desde sus primeros minutos nos contagia de alegría con un musical donde personas bailan arriba de sus vehículos con un melodía muy parecida a ‘That’s How You Know’, del filme de Disney ‘Enchanted’. Sin poner resistencia, uno se rinde a las reglas del juego de que esto es una fiesta musical, por más que no estemos acostumbrados a ello.
La trama es básicamente el romance entre Mia (Emma Stone) y Sebastian (Ryan Gosling), mismo que se desarrolla como un carnaval de baile, luz y sonido. También tenemos un tercer protagonista que se anuncia en el título y viene siendo la ciudad de Los Ángeles, que a pesar de no contar con excesivas locaciones turísticas, Chazelle se las ingenia para vendernos la fantasía de ser un lugar mágico donde los sueños se pueden hacer realidad, sin importar que tenga que grabar en la madrugada, encima de puentes, o en penumbras.
Con un espectro de colores azul, rojo, amarillo y verde; es como la película desea interpretar los diversos estados de animo de los protagonistas. Algunas veces consientes de tal efecto visual, cuando les conviene, y en otras ocasiones para crear un contraste. Mientras Mia inicia con vestidos color amarillo, antes de conocer a Sebastian, al final terminamos con el azul de la melancolía por obvias razones de como finaliza el romance. El uso del color esta presente hasta en las escenas de penumbras donde una escena entre los protagonistas refleja el color rojo de la lampara de Mia, mientras que Sebastian prevalece la tonalidad azul. Ya saben, cosas técnicas que solo expertos conocen y recompensaran con premios.
Emma Stone con su rostro tan expresivo es perfecta para interpretar la ilusión de perseguir sus sueños. Con su magnifica sonrisa nos contagia de alegría, aún cuando el mundo no este de acuerdo. Quizás su personaje nos sea familiar, porque la verdad lo es, pero ella le imprime su sello que me hacen suponer que en realidad no esta esforzándose demasiado por actuar.
Ryan Gosling es otro quien no necesita estirar sus músculos histriónicos porque tal y como lo venimos conociendo en todas sus películas, aquí su faceta de galán no sufre en absoluto. Su personalidad es serena a comparación de su contraparte, con momentos desilusión, sin caer en el derrotismo. A lo mucho interpreta una escena donde nos quiere vender su amor por el Jazz clásico, pero es de oídos para afuera.
Después de una buena cantidad de minutos llenos de color, luz, sonido, y proclamaciones de amor de uno por el otro; por fin llegamos al desenlace necesario para justificar el romance que presenciamos. No tenía otra manera de terminar el filme, porque el poco drama que existía era tan diluido, que necesitaba el libreto de un shock que permitiera darle dimensión a su obra de casi dos horas. Era ese desenlace que eligio, o de plano terminar alguno de los dos protagonistas muertos, lo que no creo que Chazelle dentro de su visión se lo hubiera permitido.
Como habrán notado, si ponemos atención a la trama, esta no es tan sorprendente como uno quisiera. Me temo que quitando todos los adornos existe una desgastada historia de amor que permiten a Damien Chazelle no distraerse del objetivo de regalarnos nostalgia. Es por eso que el filme tiene momentos en donde esperamos a que suceda algo.
‘La La Land’ es un rotundo éxito cuando impone su estilo y logra recrear la emotividad de un musical. Si le agregas las múltiples referencias a un Hollywood egocéntrico entonces tienes la perfecta carnada para que la crítica baile al son que le toquen. No es un accidente tantas nominaciones, por donde sea que miras en la pantalla se ve el esfuerzo de un equipo que trabajó horas para brindar una experiencia única y diferente.
En tiempos donde el musical en la gran pantalla es una especie en peligro de extinción, se valora que el filme logre su objetivo de hacernos soñar. A eso, hay que agregarle el amor con el que seduce a la audiencia, entonces, que importa si es lo mismo de siempre reempacado de otra forma. Los resultados hablan por si mismos y no creo que exista otra película con tanto corazón como ‘La La Land’.